lunes, 20 de abril de 2015

¿Sigue el deseo de idolatría?



Fuera del pueblo de Israel, que había recibido la revelación del Dios único, el mundo antiguo era esclavo del culto a los ídolos. […] Este llamamiento a huir de los ídolos sigue siendo válido también hoy.
¿Acaso nuestro mundo contemporáneo no crea sus propios ídolos? ¿No imita, quizás sin saberlo, a los paganos de la antigüedad, desviando al hombre de su verdadero fin de vivir por siempre con Dios?
Ésta es una cuestión que todo hombre honesto consigo mismo se plantea un día u otro.
¿Qué es lo que importa en mi vida? ¿Qué debo poner en primer lugar? La palabra “ídolo” viene del griego y significa “imagen”, “figura”, “representación”, pero también “espectro”, “fantasma”, “vana apariencia”.
El ídolo es un señuelo, pues desvía a quien le sirve de la realidad para encadenarlo al reino de la apariencia.
Ahora bien, ¿No es ésta una tentación propia de nuestra época, la única sobre la que podemos actuar de forma eficaz?
Es la tentación de idolatrar un pasado que ya no existe, olvidando sus carencias, o un futuro que aún no existe, creyendo que el ser humano hará llegar con sus propias fuerzas el reino de la felicidad eterna sobre la tierra.

Benedicto XVI.

Ciao.

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