lunes, 25 de mayo de 2015

¡Digo yo!


Ayer vivivmos y celebramos el Domingo de Pentecostés: La venida del Espíritu Santo sobre los Apótoles de Jesús y de todos nosotros. Pero... ¿No hemos preguntado alguna vez qué supone esa venida en la vida de la Iglesia y en nosotros mismos? Aquí os dejo una estupenda reflexión del Padre javier Leoz, que nos aclara lo que es y hace realmente el domingo de Pentecostés.

Que, PENTECOSTÉS, hace posible una casa en la que todos tenemos un sitio, algo que ofrecer y algo que realizar: LA IGLESIA

Que, PENTECOSTÉS, nos une y no nos separa. Que no hay que confundir Espíritu Santo con los vientos de cada uno o con aquellos que, sólo, queremos que entren por nuestra puerta o por la ventana de nuestras ideas.

Que, PENTECOSTÉS, nos lanza al futuro. Que nunca ha sido fácil ser cristianos y que, sería una torpeza, pensar que estamos en la época más difícil del cristianismo. Generaciones pretéritas las pasaron canutas.

Que, PENTECOSTÉS, nos invita a hablar sin tapujos, sin timidez. Y, precisamente por eso, nuestro mensaje o nuestra posición frente a algunos temas hará que salten chispas. El cristiano es sal y pimienta. Desde luego no es insípido.

Que, PENTECOSTÉS, reaviva y nos rearma. Nos sitúa frente a la banalidad de las cosas, al lado de la dignidad humana y nos aleja del personalismo para agarrarnos a lo divino.

Que, PENTECOSTÉS, es la asignatura pendiente del catolicismo, de la catequesis, de los curas y hasta de los obispos. Que es más fácil hablar de la cruz, que se toca en madero, que del Espíritu que nos habla pero no se palpa con la mano.

Que, PENTECOSTÉS, es una mirada a los orígenes de la Iglesia y, por lo tanto, es abrir las manos a la creatividad pero sin dejar de lado lo esencial. A veces podemos confundir el susurro del Espíritu Santo con el zumbido de una abeja. Y eso… Nos lleva a los consabidos picotazos de los unos con los otros.

Que, PENTECOSTÉS, es un subirnos de nuevo a la proa y babor de la Iglesia. ¡Sí! Subirnos para conquistar o recuperar espacios que, por torpeza, buenismo o negligencia, hemos dejado de lado: Hay que amar a Dios pero sembrándolo allá donde nos movemos.

Que, PENTECOSTÉS, nos pone las pilas en el alma y el calor en el corazón. Es compañía, fortaleza, honestidad, luz, transparencia, vitalidad, ansias de conquistas para Dios.

DIGO Y PREGUNTO YO: ¿QUÉ ES TU PENTECOSTÉS? ¿O SÓLO VIVES DE COSTADO?

Javier Leoz

Ciao.

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