miércoles, 25 de mayo de 2016

"A mí esto no me vuelve a pasar"


"A mí esto no me vuelve a pasar"... Esta es la frase que nos decimos a nosotros mismos cuando algo se rompe alguno de nuestros sueños. Entonces nuestro corazón empieza a endurecerse, para no dejar lugar a algún nuevo sueño que nos pueda volver a decepcionar.
San Ignacio conoció bien la decepción. Después de largos viajes llegó a Jerusalén.
Se había ilusionado con quedarse allí para siempre, predicando el Evangelio, y estaba convencido de que Dios lo quería. Sin embargo, era un lugar complejo y delicado. La llegada de predicadores con más celo que prudencia podía poner en peligro a mucha gente. Así que, decepcionado y confundido, tuvo que volver.
Su corazón, sin embargo, no se endureció. Decidió ponerse a estudiar, y aquello le llevó a París, donde conoció a los que serían sus primeros compañeros jesuitas. Atreviéndose a soñar, y recogiendo los pedazos de sus sueños rotos, una y otra vez, Ignacio fue descubriendo la voluntad de Dios para su vida.

Espiritualidad Ignaciana

Ciao.

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