domingo, 26 de junio de 2016

Yo elegí confiar en Dios ¿Y tu?


“No permitas que las crisis se apoderen de ti, comienza a ver las oportunidades y de seguro vas a triunfar”.

Te has fijado que la palabra más popular de estos tiempos es “crisis”.
Leemos la prensa o vemos las noticias en la televisión y nos encontramos con la crisis, estamos en el trabajo o en nuestra casa y lo que escuchamos es crisis, esto por supuesto hace que mucha gente cristiana y no cristiana se paralicen y no avancen por temor a la crisis.

¿Eres tú de esas personas que se han detenido ante la crisis o eres de las que avanzan en búsqueda de lo extraordinario?

La vida es un asunto de actitud y la actitud es un asunto de decisión, y nosotros elegimos  que actitud vamos a tomar ante las crisis, los problemas o situaciones que se nos puedan presentar.
Podemos optar por una actitud positiva o una actitud negativa. La actitud positiva hace la diferencia porque busca solucionar problemas, no es que deja los problemas así y no le importa, una persona con actitud positiva busca siempre resolver, disfruta las circunstancias, ve mas oportunidades y vive la vida con entusiasmo.

Una persona con actitud positiva tiene presente lo siguiente:
* No eligió las circunstancias que le tocó vivir, pero si eligió cual actitud manifestar.
* Se esfuerza por desarrollar una actitud positiva y no soltarla.
* Sus acciones están determinadas por su actitud.
La actitud de su gente o entorno es un reflejo de la suya.

“Dios decide por lo que vamos a pasar. Nosotros decidimos como lo vamos a pasar”.

Es nuestra decisión como decidamos pasar el día de hoy, es nuestra decisión si decidimos confiar en Dios para todos los asuntos de la vida. Los límites los tenemos nosotros en nuestras mentes.

El Evangelio nos cuenta la historia de un centurión romano que se acerca a Jesús a pedir por la sanación de su sirviente que sufría muchos dolores y no podía moverse.
Jesús le dice que ira a sanarle pero el centurión le dice que no es digno de que Él entre a su casa, que solamente ordene la palabra y el enfermo sanará.
Jesús se asombra por la fe del centurión, jamás encontrada entre sus más fieles seguidores.

Aquí podemos ver la fe y la actitud del centurión que pudo haber hecho varias cosas sin tener que ir él a pedirle el favor a Jesús:
El centurión pudo mandar a otro criado a pedir a Jesús para que  fuera a su casa. Pudo mandar a un soldado con el mensaje, o buscar otro sirviente sin que le importara los dolores del otro. Sin embargo él buscó soluciones y siendo extranjero se acercó a Jesús, se esforzó en acercarse al Maestro y eligió poner toda su confianza en Dios al pedirle que ordenara, que dijera la palabra de sanidad y el enfermo sanaría.
Jesús elogia ante los presentes en ese momento esta actitud con asombro y se maravilla de la fe del extranjero y le afirma que como creyó así sucedería.

Ahora me pregunto:
¿Qué es lo que estamos creyendo para nuestra vida? 
¿Qué es lo que esperamos que suceda a partir de ahora? 
¿Somos capaces de asombrar a Jesús? 
¿Cómo es nuestra actitud ante la vida? 
¿Estamos confiando en Dios para nuestros problemas, necesidades y tentaciones?

Nuestra actitud determinará nuestras acciones. Podemos ser víctimas o protagonistas, podemos ser bendición o maldición, podemos ser esclavos o libres, podemos confiar en Dios o no confiar, es nuestra decisión.
Hay una historia que lo ilustra muy bien.

"Cuentan que un alpinista, con el afán por conquistar una altísima montaña, inició su travesía después de años de preparación, pero quería la gloria solo para él, por lo que subió sin compañeros. Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde, y no se preparó para acampar, sino que decidió seguir subiendo, y oscureció. La noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña, ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, la luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes.

Subiendo por un acantilado, a solo unos pocos metros de la cima, se resbaló y se desplomó por el aire, cayendo a velocidad vertiginosa.
El alpinista solo podía ver veloces manchas oscuras y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad.
Seguía cayendo… Y en esos angustiosos momentos, le pasaron por su mente todos los episodios gratos y no tan gratos de su vida. Pensaba en la cercanía de la muerte, sin embargo, de repente, sintió el fortísimo tirón de la larga soga que lo amarraba de la cintura a las estacas clavadas en la roca de la montaña.
En ese momento, suspendido en el aire, gritó:
- ¡Ayúdame Dios mío!
De repente, una voz grave y profunda de los cielos le contestó:
-¿Que quieres que haga?
- Sálvame Dios mío
-¿Realmente crees que yo te pueda salvar?
- Por supuesto Señor
-Entonces corta la cuerda que te sostiene…
Hubo un momento de silencio; el hombre se aferró más aún a la cuerda….
Cuenta el equipo de rescate, que al otro día encontraron a un alpinista colgando muerto, congelado, agarradas sus manos fuertemente a la cuerda… A tan solo un metro del suelo…"

¿Cuál es la cuerda a la cual nos aferramos para no recibir las bendiciones que Dios tiene preparado para nosotros en el día de hoy?
Hoy es el mejor día para confiar en Dios y disfrutar de todo lo que nos da, busca tu resultado extraordinario.
Yo elegí confiar en Dios ¿Y tu?

Ciao.

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