jueves, 21 de noviembre de 2024

Entre el asfalto y la tierra

Las personas que vivimos en la ciudad, pensamos siempre el mundo y la realidad en forma de ciudad. Somos ciudad y  vivimos  atrapados en la ciudad. ¿Somos ciudad?

El campo, los pueblos pequeños, son para nosotros un momento del verano, lugar de un campamento, desde luego no un sitio para vivir de forma permanente. Hay  una frontera clara entre el asfalto y la tierra. La ciudad nos atrapa porque nos ofrece y nos seduce a través del consumo. Aquí no nos falta de nada (a algunos) y la vida se nos hace cómoda. ¿Podría vivir sin pantallas?

Pero nos estamos perdiendo algo fundamental. Nosotros  somos tierra que procede de la tierra. Y la ciudad nos desconecta de nuestra esencia. Es una verdadera frontera que nos cierra a vivencias profundas que todas las personas necesitamos experimentar. Estamos hablando de contemplar la naturaleza con los cinco sentidos, dejarse impactar pro la belleza del paisaje, conectar con gente en un entorno natural sin tener que aparentar nada, vivir sin bombardeos mediáticos, contactar con lo más originario. Estamos hablando de nuestra historia, nuestros orígenes como seres humanos, pero también de nuestra cultura, nuestro arraigo, nuestra manera de entender la realidad y de entendernos  a nosotros mismos, y a otros.

No conocemos las plantas, ni las aves, ni los animales que viven en el campo. ¿Te parece normal? No conocemos de dónde vienen y como se produce aquello que nos da de comer cada día. No conocemos el cielo, ni los parajes cercanos a nuestra casa (¡Que tienen nombre!)

Y sin embargo todo eso nos puede conectar con la Creación en su estado más puro, nos puede conectar con los espacios donde se ha desarrollado la vida de nuestros antepasados, la propia vida de Jesús fue en un entorno como el nuestro… Hay poderes interesados en que no salgas de los límites de la ciudad, que no abras los ojos a lo que hay más allá del cemento y el asfalto, las pantallas y la diversión. Que no te abras a ti mismo y a la contemplación de la Vida. ¿Puedes valorar la Creación viviendo de espaldas a ella?

Félix Revilla, SJ

Ciao.

 

miércoles, 20 de noviembre de 2024

Cómo sobrevivir en tiempos de angustia

En estos días las noticias trágicas, duras, incomprensibles y sorprendentes llenan los informativos y nos trabajan el subconsciente con su negatividad. Las guerras se multiplican y son cada vez más amenazantes para comprometer el futuro de la paz mundial. Las tragedias ecológicas, consecuencias del cambio climático, devastan el planeta, como la Dana que nos ha asolado recientemente en nuestro país. Las migraciones, el hambre, los campos de refugiados y las enfermedades, la droga, se cobran nuevas víctimas. La política mundial se decanta en los últimos tiempos a sustituir la democracia por posturas dictatoriales y el populismo, como la incertidumbre que presenta para el mundo la reciente reelección de Trum. Las mentiras de las fake news se imponen sobre todo entre los jóvenes. En fin, no hay que enumerar muchas más para que después de leer un periódico o ver un telediario no puedas evitar sentir una sensación de angustia. 

¿Qué hacer para, por una parte, no desentendernos del necesario compromiso, y por otra no sucumbir psicológicamente ante esos impactos?

He aquí unas sugerencias:

1. En primer lugar, no permitir a la mente que el pensamiento negativo runrunee en nuestro interior. El cerebro humano está continuamente elucubrando, incluso cuando estamos haciendo otra cosa: barrer, conducir, limpiarnos los dientes…, actividades que realizamos con “piloto automático”, mientras que, como un escarabajo pelotero, rumiamos toda esa negatividad. No dar protagonismo a esa voz permanente que nos hace daño.

2. Para ello, conectar con el yo profundo, la zona interior en silencio que tenemos todos y a la que apenas hacemos caso con tanto ruido exterior. Hay técnicas de concentración, meditación o simple atención a la energía que recorre nuestro cuerpo, un fondo de nuestro oleaje exterior donde podemos disfrutar dentro de la paz, el fondo quieto del mar que somos. Intentar no pensar a ratos, respirar hondo, contar inspiraciones y expiraciones, concentrarse, contemplar sin pensarlo en un árbol, una flor, la mirada de niño, la paz de un animal doméstico, una obra de arte. No es una huida, pues eso somos dentro, un sitio conectado. Desde la fe lo llamamos vivir la Presencia de Dios, que está en todo.

3. Aunque esta sea nuestra realidad actual, sobrenadas cósmicamente, como desde arriba de una montaña se ve un atasco de automóviles. Somos expresión fugaz de algo permanente que tiene un sentido último. Hemos venido a este mundo para aprender. Algunas lecciones son difíciles, pero tienen un último sentido, tienen algo de película que pasa. “Nuestras vidas son los ríos…” “La vida es sueño”. Solo estamos desempeñando un papel en el Gran Teatro del Mundo. Hemos de fluir conscientes que hay algo permanente y feliz detrás de todo y no después, en la otra vida, sino ya en esta, si cerramos los ojos y eres lo que eres.

4. Si no podemos cambiar las cosas, no darle cabezazos a la vida. La primera parte es aceptar lo que hay y que es inevitable. Porque, si no, vamos a sufrir dos veces: por lo que ocurre y por la angustia que nos provocamos a nosotros mismos pasándonos nuestro propio documental de terror sobre ellos. Absurdamente, creemos que, zahiriéndonos a nosotros mismos, sintiéndonos culpables, castigándonos con nuestro pensamiento angustiado, somos mejores. La gente de fe lo llamamos “aceptar la voluntad de Dios”, desde nuestra humildad y nuestra finitud, o abrazar el misterio. Me emociona aquella frase de Pedro Arrupe en sus momentos más conflictivos: “Nunca quizás estuvimos tan cerca de Dios, porque nunca estuvimos tan inseguros”. Una frase que casa muy bien con otra de San Ignacio de Loyola, maestro de discernimiento y que es especialmente válida para los tiempos que corren: “En tiempos de desolación no hacer mudanza”.

5. Comprometernos en la medida de nuestras posibilidades, con nuestra aportación, como los que han acudido desinteresadamente como voluntarios a limpiar barro en Valencia; o con nuestra contribución económica o técnica, o nuestro compromiso político con aquella corriente o actividad que en conciencia creamos más justa y liberadora. Pero conscientes de que, si nosotros mismos no estamos bien  y unidos a ese yo mejor del fondo, -“el reino de los cielos dentro de vosotros está” (Luc.17:20-22)-, al final regodearnos en la angustia no sirve de nada, nos estanca, nos inutiliza. Detrás de todo hay un plan. La gente de fe lo llamamos esperanza.

Pedro Miguel Lamet

Ciao

 

martes, 19 de noviembre de 2024

Frontera

Vivimos en un mundo polarizado, no es ningún descubrimiento. Si yo digo A y tú eres de B, «lógicamente» estaremos enfrentados. Buscaremos argumentos y personas que nos reafirmen y separen, porque hablamos un idioma distinto.

Ante esa realidad, me resuena el que el Padre Adolfo Nicolás SJ,  defendiera que en las fronteras se hablan tres idiomas: el de un lado, el del otro y el del medio. Y por ello, invitaba a los jesuitas y a sus colaboradores a aprender precisamente aquel idioma que es puente, y que es tan sumamente complicado, puesto que puede ser siempre malinterpretado y utilizado.

Como digo, se trata de algo que no es nada sencillo. Puesto que todos tenemos o bien conocidos en un lado u otro de la frontera, o bien afinidades con uno de los territorios limítrofes. Cosa que puede impedirnos ser del todo libres, o ser una de las trampas que el miedo utilice para paralizarnos o hacernos dar un paso atrás.

Pero, lo cierto es que todos sabemos que este mundo necesita de gente de frontera que hable el idioma de la reconciliación y de la unión. En definitiva, personas que quieran aprender y practicar aquella lengua en la que habló y vivió Jesús, y en la que nos invita a adentrarnos en su Evangelio.

Se trata de una apuesta arriesgada, difícil, que provoca heridas, sufrimiento y que puede dejarnos cicatrices. Pero, es en definitiva el modo de ser del todo humanos, puesto que es el único que nos recuerda que somos hermanos.

Dani Cuesta, SJ

Ciao.

 

lunes, 18 de noviembre de 2024

Dinero

EL DINERO puede comprar una cama pero no sueños.

Libros pero no el cerebro.

Comida pero no apetito.

Votos pero no la conciencia libre

Adornos pero no Belleza.

Una casa pero no un hogar.

Medicinas pero no salud.

Placer pero no el corazón.

Lujos pero no cultura.

Diversión pero no felicidad.

Un crucifijo pero no un salvador.

Un banco en la iglesia pero no en el cielo.

Lo que el dinero no puede comprar Dios lo da libremente sin cobrar. Ya pagó alto precio en una cruz por ti y por mí.

Javier Leoz Ventura

Ciao.

 

domingo, 17 de noviembre de 2024

¿Por qué no se debe felicitar en el día de la mujer?

Aunque no sea el 8 de Marzo, fecha en la que celebra el Día de la Mujer, yo me acabo de hacer unas preguntas que cada año en ese día me pregunto, y que hoy os las traslado a todos vosotros a través de este Blog. ¿Qué opináis vosotros? ¿Estáis de acuerdo conmigo, o pensáis otra cosa distinta a la mía? Espero vuestros comentarios. Muchas gracias.

*¿Por qué no se debe felicitar en el día de la mujer?

Las mujeres no necesitan una felicitación, necesitan leyes que las amparen y les garanticen que no serán violentadas. Un mejor gobierno que brinde la seguridad necesaria en las calles, no un ramo de rosas.

*¿Qué se reivindica el día 8 de Marzo?

En este día, se reivindican los derechos fundamentales de las mujeres. Tanto su igualdad en la sociedad como su participación activa en todos sus ámbitos. Además, se pone en relieve la necesidad de eliminar cualquier forma de discriminación de género.

*¿Cómo felicitar correctamente el día de la mujer?

Pienso que la manera correcta para su felicitación podría ser: "Feliz día, mujer, porque tienes el coraje para perseguir tus metas y te llenas de entereza ante las dificultades. Mujer, celebra tu día con orgullo, porque eres la combinación perfecta entre el amor y la comprensión. Porque eres fuerte, luchadora y emprendedora. El Día de la Mujer Trabajadora es el 8 de marzo, y es tu día".

*¿Qué decirle a ellas en el día de la mujer?

“En el Día Internacional de la Mujer, debemos comprometernos a hacer todo lo posible para superar los prejuicios arraigados, apoyar la participación y el activismo y promover la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer”. António Guterres. Secretario General de las Naciones Unidas.

*¿Cómo definir a una mujer en una frase?

Frases del día de la mujer: “Una mujer interesante no es aquella que se siente halagada al ser admirada por su belleza y elegancia... Es aquella mujer firme de carácter que puede decir no, cuando sea necesario.” “Cada mujer es una obra de arte que ilumina los ojos de quien la mira. 

Ciao.

 

sábado, 16 de noviembre de 2024

La ingenuidad perdida

Hemos perdido la ingenuidad. Nos hemos vuelto escépticos, y ahora ya no creemos en los valores comunes. Hemos renunciado a la verdad. Aceptamos –qué remedio– la mentira de los propios como un mal menor. Jaleamos los golpes bajos cuando van dirigidos al enemigo (ya no hay rivales, sino enemigos). Detestamos la contrariedad. El mundo ha de adaptarse a uno. No sabemos amar. Unos, por exceso, confunden el amor con cualquier apetito. Y otros, por defecto, son incapaces de decir «te quiero» y que sea verdad. Consumimos noticias como si fueran parte del espectáculo cotidiano. Pasamos de la guerra a la tragedia doméstica, de la diatriba política a la entrevista punzante. Se nos van minutos que terminan siendo horas, días, semanas, viendo imágenes intrascendentes de vidas ajenas que no significan nada, pero se convierten en una prisión laberíntica. Hay que decir «¡Basta!» Y pelear por recobrar una nueva inocencia. Más curtida, quizás, menos cándida, pero aún capaz de valorar lo bueno, lo justo, lo bello y lo valioso. Hay que recobrar la capacidad de amar. Me niego a creer que no hay salida al laberinto.

José María R. Olaizola, SJ

Ciao.

 

viernes, 15 de noviembre de 2024

Dejemos entrar a los demás en nuestra morada interior

Es preciso que dejemos entrar a los demás en nuestra morada interior. Que acojamos con ternura al hermano o la hermana que nos solicita, que nos ejercitemos en la paciencia de quien se rinde a su invasión, aunque sea inoportuna, que le dejemos moverse con holgura por las habitaciones de nuestra alma. 

El otro, los otros, nos habitan y nos colman de gozo, si sabemos darles cabida en los arcanos de nuestro corazón, en el centro de las expectativas y vivencias de la menguada existencia de la que disponemos.

El servicio humilde nos hace descubrir una capacidad de ser habitados que, a veces, nos desconcierta de tan enriquecedora como es. Poderles servir es el regalo mayor que los otros nos hacen, porque adelgazan nuestro propio yo, ensanchan hasta límites insospechados nuestro horizonte de expectativas, y nos pueblan con una fecundidad ignorada y sorprendente.

Sólo podremos construir la nueva casa en la que sólo Dios será objeto de adoración callada en nuestras ciudades, si lo hacemos en la sinceridad de corazón y en la autenticidad de nuestra vida. Una casa construida en falso, sobre arena, es susceptible de ser arrastrada por las lluvias y el vendaval. La roca sólida para la acogida fraterna no puede ser otra que la franqueza, esa virtud en la que nos sentimos con las espaldas cubiertas, al abrigo de la crítica y la maledicencia de los demás. La recompensa es la apertura de corazón para los que, seguros, se pueden poner en nuestras manos, sin que su fama vaya a sufrir, sin que nadie vaya a manosear su intimidad.

En un mundo en donde se manipula con los afectos de los pequeños, en donde nadie puede abandonarse a otro sin recelar la indiscreción o la crítica, en donde avanzamos mirando con sospecha a quien nos observa, temiendo el golpe artero en la honra o en la dignidad, debemos, con firmeza, reclamar la urgencia de confiar en las personas que nos rodean, de arroparles con la tranquilidad de que son estimables y tienen derecho a su buen nombre. Así es como podremos renovar la oportunidad de que el Señor habite en nuestro mundo.

Chema Montserrat

Ciao