jueves, 9 de agosto de 2007

Somos como árboles que dan fruto


Todo árbol, y todo lo que hay dentro del árbol, desde la raíz hasta la copa, debe ir dirigido hacia el fruto que produce.
Con las personas también debe ser así. Todas ellas, todo su ser, ha de estar dirigido hacia los frutos que debe producir, y esos frutos nos son otros que, los del amor que es capaz de dar y la sabiduría que puede ofrecer.
La mayoría de las veces, enfocamos nuestra vida para tener mucho éxito, y muy pocas para dar amor a los que nos rodean. El éxito, sólo lo disfruta uno mismo, por sentirse poderoso, reconocido y halagado.
Los frutos, son los que hacen que los demás se aprovechen de ellos, nutriéndose y degustando su buen sabor.
Toda persona que tiene semillas, debe sembrar. El que se las guarde para sí, por miedo a perderlas, nunca conocerá la alegría que es poder recoger una buena cosecha.
Para que esa cosecha pueda llegar a producir mucho, debemos tener la fuerza que mantenga nuestro tallo (nuestro cuerpo y nuestro espíritu) fuera de las agresiones externas. Debemos también tener a ese tallo, bien unido a las raíces, que desde lo interno y más recóndito de nuestra alma, tratan de buscar a diario el alimento necesario para que nuestro árbol se nutra lo suficiente como para crecer sano y frondoso, dando grandes frutos, para así alimentar a los demás.
No lo olvidéis. Cada uno de nosotros, debemos sentir la obligación de ofrecer y regalar a los demás todo lo que somos y tenemos, pues solamente así, habremos tenido una vida rica y productiva.

Ciao.

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