jueves, 31 de enero de 2008

La vida en un cuento



Se cuenta que había un monje que era un modelo para todos de ascetismo y corrección.
Un buen día, o mejor dicho un mal día, lo acusaron de haber dejado embarazada a una joven doncella; la joven lo acusó para salvar de la ira de su padre al hombre que era el verdadero responsable del acto. Se le levantaron toda clase de calumnias e improperios , y para estigmatizarlo aún más, lo obligaron a vivir y criar a la criatura.
Años después cuando se supo la verdad, el arrepentimiento de los que lo acusaron fue general y no encontraban la manera de desagraviar al monje, a quien ahora veían en él la figura de un gran santo.
El monje les dijo con toda humildad: "Estaba seguro de no ser ninguno de los dos personajes que me atribuyeron, ni para bien ni para mal, así que nunca llegó a perturbarse mi tranquilidad".

Lo que los demás ven de nosotros es simplemente lo que ellos quieren ver. Nunca caigamos en la desaprensión de dejarnos definir por nuestros amigos ni por nuestros enemigos, de otra manera tendremos una visión distorsionada de lo que realmente somos.
Si es nuestro enemigo quién se refiere a nosotros, lo hará enumerando todos nuestros defectos y conductas negativas; si en cambio , son nuestros amigos los que lo hacen, sólo destacarán nuestras virtudes y actuaciones positivas; y si es alguien que no entra en ninguna de las dos calificaciones anteriores es el que habla de nosotros, estará aún más perdido porque desconocerá de nosotros tanto lo negativo como lo positivo, porque nunca fuimos objeto de su interés.

Está claro: nunca nos dejemos influenciar por los comentarios que los demás hacen sobre nosotros, porque lo que debemos seguir es un camino recto y seguro, para nuestro propio crecimiento.

Ciao.


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