Crecer es dejar atrás algo a lo cual estuvimos apegados y de lo cual no cuesta desprendernos, es atrevernos una vez más y estar dipuestos a ser diferentes de lo que fuimos ayer, es desarrollarnos y evolucionar desde adentro.
Cuando decidimos cambiar una actitud negativa, estamos creciendo.
Cuando decidimos corregir un error, estamos evolucionando.
Cuando dejamos de hacer algo que nos empequeñece, estamos desarrollándonos.
Para proyectarse en el tiempo como algo duradero, este cambio debe ser paulatino y consciente.
Observemos a la naturaleza, y más particularmente a los árboles:
En Otoño pierden sus hojas y se liberan de la carga innecesaria, recogiéndose dentro de sí para recibir el invierno. Por fuera, parece que no tienen vida, pero preparan sus raíces para que en la primavera sus ramas puedan ver renacer los primeros brotes, dando lugar a las hojas y después a los frutos del verano.
Si logramos desprendernos de esas hojas que no necesitamos mientras desarrollamos nuestra mejor esencia, también podremos dar bueno frutos y transformarnos.
Ciao.
3 comentarios:
¡Qué hermosa comparación!... En verdad nuestra vida pasa por las estaciones del tiempo, y todo viene a ser necesario para nuestro crecimiento humano; principalmente, el dolor, del que lógicamente huímos aunque pocas veces puede ser evitado. Sin embargo, es la mejor cura para nuestra alma. Dios da sentido a cuanto pasa en nuestro camino. Todo sirve para nuestro bien.
Hola Lourdes.
Muy chulo el diseño nuevo del blog,
más acorde con tu forma.
Un abrazo.
Gracias amiga por tu entrada al blog de la cofradía de la Pasión del Señor, muy lindo el nuevo diseño.
Dios te cuide.
Camino a la Resurrección del Señor.
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