viernes, 4 de julio de 2008

Necesito escuchar Tu voz



Muchas veces estamos sedientos de Dios y queremos verlo, escucharlo, tenerlo... Y clamamos al cielo, para que se haga presente en medio de nuestra angustia.
Mirad esta historia, que nos habla de la ceguera que puede llegar a tener el hombre, cuando quiere hablar con Dios.

Cierto hombre susurró, Dios, háblame...
Y el árbol cantó.
Pero el hombre no oía.

Habló más fuerte, ¡Dios, háblame! y un rayo cruzó el cielo…
Pero el hombre no escucho.

Miró a su alrededor y dijo: ¡Dios, permite que te vea!
Y una estrella se iluminó con gran resplandor… Pero el hombre no la vio.

Entonces gritó: ¡Dios, muéstrame un milagro!
Y en ese momento nació un niño… Pero el hombre no se dio cuenta.

Luego pidió a gritos, con desesperación:
¡Dios haz algo, hazme saber que estás aquí!
En ese instante, Dios hizo que una mariposa se posase sobre su hombro...
Pero el hombre la espantó y continuó su camino…

“No te pierdas la bendición de observar las pequeñas cosas que ocurren a tu alrededor. Si te detienes podrás observar a Dios mostrándose en tu vida”

Ciao.


2 comentarios:

Anaroski dijo...

Que bonito, y que razón tienes, de hecho, cuántas veces no estamos preparados para sentir la presencia de Dios, recuerdo los ejercicios espirituales, cuando la Madre Marujina decía, tened bien abiertos los oidos, las orejas los ojos y el corazón.

Buenas noches.

Ludmila Hribar dijo...

Gracias Lourdes. Es tan bueno recordar que a cada momento debemos ser agradecidos y ver, simplemente ver todas las maravillas que ocurren a nuestro alrededor.