viernes, 16 de enero de 2009

Las manos del abuelo


Me llega esta bella historia, que me hace reflexionar, de cómo veo yo mis manos y las de los demás.
Estamos acostumbrados a verlas, pero no pensamos en lo mucho que pueden dar unas manos o el mal que pueden hacer.
Mirad lo que nos cuenta.

¡Nunca volveré a ver mis manos de la misma manera!

El abuelo, con noventa y tantos años, sentado débilmente en el banco del patio. No se movía, solo estaba sentado cabizbajo mirando sus manos. Cuando me senté a su lado no se dio por enterado y entre más tiempo pasaba, me pregunté si estaba bien. Finalmente, no queriendo realmente estorbarle sino verificar que estuviese bien, le pregunté cómo se sentía.

Levantó su cabeza, me miró y sonrió:
- Sí, estoy bien, gracias por preguntar, dijo en una fuerte y clara voz.

- No quise molestarte, abuelo, pero estabas sentado aquí simplemente mirando tus manos y quise estar seguro de que estuvieses bien, le expliqué.

- ¿Te has mirado jamás tus manos?,- preguntó-. Quiero decir, ¿realmente mirarte las manos?

Lentamente abrí mis manos y me quedé contemplándolas. Las volví, palmas hacia arriba y luego hacia abajo. No, creo que realmente nunca las había observado mientras intentaba averiguar qué quería decirme.

El abuelo sonrió y me contó esta historia:

- Detente y piensa por un momento acerca de tus manos, cómo te han servido bien a través de los años. Estas manos, aunque arrugadas, secas y débiles han sido las herramientas que he usado toda mi vida para alcanzar, agarrar y abrazar la vida. Ellas pusieron comida en mi boca y ropa en mi cuerpo. Cuando niño, mi madre me enseñó a abrirlas en la oración. Ellas ataron los cordones de mis zapatos y me ayudaron a ponerme mis botas. Han estado sucias, raspadas y ásperas, hinchadas y dobladas. Se mostraron torpes cuando intenté sostener a mi recién nacido hijo. Decoradas con mi anillo de bodas, le mostraron al mundo que estaba casado y que amaba a alguien muy especial.

Ellas temblaron cuando enterré a mis padres y esposa y cuando caminé por el pasillo con mi hija en su boda. Han cubierto mi rostro, peinado mi cabello y lavado y limpiado el resto de mi cuerpo. Han estado pegajosas y húmedas, dobladas y quebradas, secas y cortadas. Y hasta el día de hoy, cuando casi nada más en mí sigue trabajando bien, estas manos me ayudan a levantarme y a sentarme, y se siguen abriendo para orar.

Estas manos son la marca de dónde he estado y la rudeza de mi vida. Pero más importante aún, es que son ellas las que Dios tomará en las Suyas cuando me lleve a casa. Y con mis manos, Él me levantará para estar a Su lado y allí utilizaré estas manos para tocar el rostro de Cristo.

Nunca volveré a mirar mis manos de la misma manera. Pero recuerdo que Dios estiró las Suyas y tomó las de mi abuelo y se lo llevó a casa.

Cuando mis manos están heridas o dolidas, pienso en el abuelo. Sé que él ha recibido palmaditas y abrazos de las manos de Dios. Yo también quiero tocar el rostro de Dios y sentir Sus manos en el mío.

Nuestras manos son una genuina bendición… de hecho, basta imaginarnos el vernos privados de ellas o su uso para darnos cuenta de cuán importantes son. Otra cosa que la historia de hoy me hizo pensar fue lo que hacemos con esas manos en cuanto a nuestras relaciones con los demás: ¿Las usaremos para abrazar y expresar cariño y afecto o las esgrimiremos para exhibir ira y rechazo? Ojalá que el pensamiento de hoy nos ayude a escoger con sabiduría.

¡Bendito sea el Dios altísimo,que entregó en tus manos a tus enemigos!

Ciao.

4 comentarios:

Ludmila Hribar dijo...

Preciosisimo Lourdes. Bello comentario para comenzar el dia agradecidos y no olvidarnos nunca de las bondades con que hemos sido bendecidos. Tener conciencia de ello y saber transmitirlo y compartirlo es una bendicion. Gracias.

Anónimo dijo...

Hola Lourdes, un blog estupendo. Dime una dirección de e-mail donde escribirte. Tengo una información que quizá te interese incluir en el blog.
Mi correo: janaru@gmail.com
Un saludo.

Aprendiz dijo...

Lojeda, como todo lo que publicas, precioso!! espero que ya que las manos nos hacen tanto bien, las sepamos utilizar bien con los demás. Y que cuando lleguemos a esos noventa y tantos años podamos sentirnos orgullosos de ellas.
Lo que pasa es que en la vida diaria esos detalles se olvidan.

Besos

Mundy dijo...

Hace algunos meses concretamos un proyecto que nos venía dando vueltas por la cabeza y así nació La Barca, quizás el 1º Blog global hecho POR Y PARA católicos divorciados en nueva unión de todo el mundo.
Nuestro proyecto está difundido en 23 países y está concebido sólo para servir, por tal razón difunde noticias de movimientos de pastoral o grupos que tratan la problemática de quienes vivimos en esta situación definida como “irregular” y que a pesar de los casi 30 años de la Encíclica Familiaris Consortio, ese verdadero regalo de SS Juan Pablo II, aún hay quienes nos pretenden presentar como alejados de la Iglesia, seguramente por desconocimiento.
Desde nuestro blog, además, estamos impulsando el Día Internacional de los Católicos Divorciados en Nueva Unión que se celebrará en todo el mundo el 1º Domingo de Mayo, con la misma convicción que aceptamos el sometimiento al Fuero Externo (Tribunales Eclesiásticos) y la comunión espiritual (por nuestra imposibilidad de acceso a la Eucaristía)
Por todo ello esperamos que nos visiten y nos envíen todos los comentarios y todas las informaciones que deseen, ya que La Barca es un espacio abierto, contenedor y fundamentalmente misericordioso, que no censura ninguna opinión.
Los esperamos.
Mundy
labarca@ymail.com
www.labarcaglobal.blogspot.com