martes, 17 de febrero de 2009

Educación en valores


Estoy harta de escuchar al "Gobierno de España", hablar de la EDUCACIÓN EN VALORES.
Cuando yo era pequeña, e iba al colegio, colegio de monjas por supuesto, no se hablaba tanto de la educación en valores, porque la misma educación ya era un valor muy preciado, y una educación que además de enseñarnos conocimientos, nos enseñaba una forma de vivir y de ser para poder convivir en nuestra sociedad de una manera legal y respetuosa.

Nadie tenía que remachar una y otra vez, que se nos estaban educando hacia la paz, la solidaridad, la sencillez, el amor, la amistad, y ese largo etcétera que supone educar a una persona íntegra, formada para convivir y trabajar en una sociedad, en la que cada persona pueda ser el motor de progreso hacia el bien común, porque la definición de la palabra, ya lo dice claramente: EDUCAR = Enseñar, criar.

Nunca se ha trabajado tanto, según dicen, más que ahora, en favor de la Paz, y nunca, más que ahora existe una violencia tan creciente, que la que se vive ya, en los colegios y en las calles de nuestras ciudades, con cantidad de niños y adolescentes, asesinos y violentos que se regodean con esta violencia y hacen mercado con ella. Nunca se ha visto tanta agresividad como ahora, en un parlamento, en una campaña electoral, o en una tertulia de televisión.

Nunca se ha hablado tanto de honestidad en todos los aspectos de la vida, y nunca ha habido tanta persona corrupta, que por un puñado de euros, ponen la mano, y son capaces hasta de matar, por conseguir un beneficio fácil.

Nunca se ha hablado tanto de tolerancia, y nunca ha habido más casos de agresiones a inmigrantes generalmente, por algún descerebrado que los ataca simplemente, por no parecerle bien su color, su origen o su religión. O nunca se ha visto más difamación en contra de algunas personas que no pertenecen al color político o las ideas del acusante.

Nunca se ha hablado tanto de generosidad, cuando estamos educando hacia una vida llena de lujos y consumismo, y que el que no puede alcanzarlo, trata de conseguirlo a costa de robar y extorsionar a personas honradas, que con sacrificio han conseguido tener algo para su disfrute.

Nunca nos han hablado tanto de la vida, cuando tenemos un gobierno que apoya toda iniciativa que vaya en contra de ella.
En mis tiempos, un niño era un proyecto ilusionante y cuidado, que había que hacerlo crecer con mimo y rectitud, para que fuera una gran persona en su adultez, y la persona anciana era una fuente de sabiduría, que se le cuidaba hasta el fin de su vida con el máximo cariño, porque se le reconocía su experiencia y se le agradecía el esfuerzo hecho durante toda una vida.
Ahora un niño es un estorbo, porque solo trae a la casa más gastos, que privarán a los padres de ciertos lujos o proyectos, y un anciano es alguien que como ya no puede aportar nada, lo aparcan y lo dejan morir, sin que les moleste mucho.

En mis tiempos, se nos educaba en la verdad, y la mentira, era algo despreciado por todos. Hoy, la mentira se ha instalado en nuestra sociedad, y toda mentira vale, si es para salvar el pellejo de cualquier acusación.
El ataque mentiroso, es la ley de nuestro gobierno, sin darse cuenta de que con su actuación dañan a las personas que los escuchan.

En mis tiempos, la familia era algo sagrado y único, instituído por Dios, y ahora la familia es una empresa, en que cada uno va a lo suyo, con diversidad de situaciones , admitidas como normales, y que según la progresía, debe estar abierta a cualquier variedad, porque su misión ya, no es solamente la de procrear, bajo el compromiso de un Sacramento cristiano, sino que se ha convertido en la unión de dos personas, sin mas proyecto que el de sastisfacer sus sentimientos amorosos y sexuales.

En mis tiempos Dios, era lo único y principal en la vida de la persona. Era el centro, con el que deberíamos vivir, acompañados por su amor y sabiéndonos sus hijos, debíamos tener una vida en torno a su doctrina.
La santidad era una misión, y estar cerca de Dios era un seguro de vida y una meta para la persona.
Ahora se ha cambiado a Dios, por muchos dioses, que sólo hacen más infeliz a las personas que los adoran. Si uno de ellos falla, la persona se hunde en una gran crisis, y la angustia que le produce ese fallo, no le hace ver más allá de su angustia.

En mis tiempos, el esfuerzo, la competitividad sana, las ganas de superación, la amabilidad, el compañerismo, la ilusión, la esperanza, el trabajo constante, la amistad fiel, la alegría, el respeto a los demás, el buen ejemplo ante los otros... y todas esas virtudes cristianas, eran fomentadas por nuestros padres y educadores, pero sin darle publicidad.
Se nos educaba y punto. Ni educación para la ciudadanía, ni educación en valores, ni educación integral de la persona, como también la suelen llamar.
Era EDUCACIÓN sin más.

Y ahora os pregunto: ¿Esto que tenemos es educación en valores, o realmente es todo lo contrario? No dudo que su intención sea la de educar a personas y formarlas, pero con estas políticas y estas leyes, sólo están formando parásitos sin ninguna opción de progreso, sin cultura, y sin motivación alguna, para conseguir superarse y prosperar.

No hay que hablar de lo que no se sabe y lo que no se practica, pienso yo. No hay que darle bombo, a lo que nuestros gobernantes, no son capaces de hacer. No se puede educar, cuando uno mismo, carece de esas virtudes, y las políticas reinantes, van en contra de todo lo que se predica.

Nuestra sociedad está llena de valores en la letra, y muerta de virtudes en la práctica.
Ya es hora que se cambie el discurso, y se pase a la acción, porque cuando queramos recuperar el rumbo de la nave, ya habrá naufragado.

Ciao.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy acertado tu análisis. Una educación que cala en los jóvenes sólo se imparte desde la familia y los profesores preocupados realmente por hacer de sus alumnos mejores personas, hombres felices.
Las recetas educativas desde el Estado no sólo no calan, sino que son contradictorias con el aluvión de políticas que despliegan favoreciendo la competitividad, la búsqueda del placer inmediato y egoísta, la falta de compromiso y la trivialización de todo posible referente moral. Facilitan las cerillas y la gasolina a los jóvenes para luego echarse las manos a la cabeza cuando se declaran los inevitables incendios.

Ángel dijo...

Querida amiga, otro buen artículo, al cual me adhiero, pues soy de esas personas que en el colegio nos enseñaban cultura, y en las casas educación. Se oía muy poco la palabra honestidad, pero la mayoría la practicaba, estoy de acuerdo en todo lo que dices sobre la mentira, en cuanto a la educación estábamos en los primeros puestos en Europa, bueno en el mundo hoy dicen que somos los penúltimos. Y es cierto no hay mas que preguntar a cualquier estudiante de secundaria, que saben de nuestros ríos, por poner un ejemplo.
Nuestra sociedad está llena de valores en la letra, y muerta de virtudes en la práctica. Esta frase es muy real.
Un abrazo

lojeda dijo...

Gracias Padre Objetor y Angel por vuestros comentarios.
Verdaderamente esta reflexión me salió ayer, por la indignación que tenía con las noticias de la televisión que se hinchan de hablar de la educación en valores.
Lo decía (Leyre Pagín, y sus secuaces) y de verdad que se me "hinchó la vena", y decidí escribir esto, para hacer también yo, una poca de mi "memoria histórica".
Solo hay que hacer un recorrido por nuestra educación (sobre todo los que tenemos mas de 50) y la que hay ahora.
Mucha palabrería, pero poca sustancia, y lo más grave es que ellos están convencidos de que tienen la mejor ley de educación.

Un abrazo a los dos y gracias por vuestra visita.