miércoles, 17 de junio de 2009

Corta tu rama: ¿Qué te impide volar?


Cuenta la historia que un rey recibió como obsequio dos pequeños halcones y los entregó al maestro de cetrería para que los entrenara.

Pasado unos meses el maestro le informó al rey que uno de los halcones estaba perfectamente, pero que al otro no sabía qué le sucedía, no se había movido de la rama donde lo dejó desde el día que llegó.

El rey mandó a llamar a curanderos y sanadores para que vieran al halcón, pero nadie pudo hacerlo volar. Al día siguiente, el monarca decidió comunicar a su pueblo que ofrecería una recompensa a la persona que hiciera volar al halcón.

A la mañana siguiente, vio al halcón volando ágilmente por los jardines.

El rey le dijo a su corte:

- "Traedme al autor de este milagro."

Su corte le llevó a un humilde campesino.

El rey le preguntó: "

- ¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste? ¿Eres acaso un mago?".

Intimidado, el campesino le dijo al rey:

- "Fue fácil, mi Señor, sólo corté la rama y el halcón voló, se dio cuenta que tenía alas y se largó a volar."

¿Sabes que tienes alas? ¿Sabes que puedes volar?

¿A qué te estás aferrando?

¿De qué no te puedes soltar?

No puedes descubrir nuevos mares a menos que tengas el coraje para volar.

Vivimos acomodados en nuestra propia cárcel, resignados, apáticos y victimizados por la propia vida.

Sí, éste es el precio que pagamos por basar nuestra felicidad y nuestra vida más profunda y esencial en satisfacer las expectativas de lo externo, (Trabajo, reconocimiento, éxito, eficacia...).

Algunos prefieren hacer que callar los sueños que amenazan su seguridad y su tranquilidad. y se refugian en excusas y se niegan a tener a escuchar la voz que le susurra su alma.

Quizás estamos demasiado apegados a determinadas realidades, que nos impiden reconocer nuestras alas, y más grave aún que nos impiden poder volar.

Es bueno dedicar un tiempo a reflexionar, mirar en nuestro interior, ser muy sinceros con nosotros mismos y reconocer qué nos impide abrir nuestras alas para volar y realizar con pasión nuestra misión en la vida, aquella que Dios puso en nuestro corazón.

Creo que es muy triste que nos pasemos la vida aferrados a la rama del árbol y lleguemos al final de nuestra existencia sin saber que podíamos volar.

Como invita el hermoso cuento, este puede ser el momento de soltar amarras, de cortar "ramas". Cada uno sabrá lo que mejor le conviene para volar, volar alto. Yo creo que es posible.

Ciao.

1 comentario:

svodoba dijo...

Totalmente de acuerdo. A volar!