Todos los seres tienen un mismo deseo: Encontrar la felicidad y evitar el sufrimiento, pero muy pocos conocen sus verdaderas causas.
Por lo general, pensamos que los objetos externos, como la comida, los amigos, los coches o el dinero son verdaderas causas de felicidad y, en consecuencia, dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo a intentar adquirirlos. Aunque a simple vista parece que estas condiciones nos hacen felices, si lo analizamos con detenimiento, nos daremos cuenta de que también nos ocasionan numerosos problemas y sufrimientos.
La felicidad y el sufrimiento son estados mentales opuestos. Por lo tanto, si algo es una causa verdadera de felicidad, no puede serlo también de sufrimiento. Si la comida, el dinero y demás objetos externos fueran verdaderas causas de felicidad, nunca producirían sufrimiento, pero sabemos por propia experiencia que esto no es cierto.
Por ejemplo, la comida es uno de nuestros placeres favoritos, pero también es la causa de numerosas dolencias y enfermedades. Para fabricar los objetos que creemos que nos hacen felices, contaminamos el medio ambiente hasta el punto de convertir el aire que respiramos y el agua que bebemos en una amenaza para nuestra salud y bienestar.
Nos gusta disfrutar de la libertad e independencia que nos proporcionan los coches, pero el coste en accidentes de tráfico y contaminación es enorme. Pensamos que el dinero es imprescindible para disfrutar de la vida, pero debemos soportar grandes dificultades para conseguirlo. Incluso nuestros familiares y amigos, con los que compartimos momentos agradables, pueden causarnos numerosas preocupaciones y sufrimiento.
En los últimos años, nuestro entendimiento y control del mundo externo han aumentado considerablemente y, como resultado, hemos presenciado un notable progreso material. Sin embargo, la felicidad del ser humano no se ha incrementado del mismo modo.
Hoy día no hay menos sufrimientos ni menos infortunios en el mundo, incluso podría decirse que ahora experimentamos más problemas e infelicidad que nunca. Esto indica que la causa de la felicidad y la solución a nuestros problemas no se encuentran en el conocimiento y control del mundo externo.
¿Por qué? La felicidad y el sufrimiento son estados mentales y, por lo tanto, sus causas no pueden existir fuera de la mente. La verdadera causa de la felicidad es la paz interior.
Si tenemos una mente apacible, seremos felices en todo momento, aunque las condiciones externas sean adversas, pero si estamos preocupados e inquietos, nunca seremos felices por muy favorables que estas sean.
Las condiciones externas sólo nos hacen felices si tenemos una mente apacible.
Ciao.
3 comentarios:
¡Cuánta razón hay en tus palabras! El hombre no deja de buscar la fuente de la felicidad, aun cuando sabe que no existe, que es ficticio y la mente es la que nos cambia, la que nos da el estado momentáneo de felicidad, estabilidad, pobreza o dolor. El hombre moderno no acaba de entender que sólo tiene que mirar hacia su interior (a veces hay que raspar mucho, bucear, por así decirlo) para encontrar la fuente de sus males y su felicidad. El camino que escoja es lo que tendrá valor a partir de ese momento.
Ayuda mucho una compañía como la de Jesús o, por lo menos, alguien que te quiera bien y no tenga miedo de decirte las cosas a la cara.
Muy buena entrada, besos.
PD: Me gustaría que entraras en la página de Manuel, religioso carmelita cubano, enlázalo en mi blog.
Tienes toda la razón, nos pasamos buscando la felicidad, y pensamos que en las posesiones exteriores está, y no queremos meternos en interioridades, por si encontramos dentro de nosotros algo que no nos gusta y "nos fastidia" el invento.
Gracias Marisela por tus visitas y comentarios, siempre tan enriquecedores.
Un abrazo.
Ahora mismo paso por la página que me recomiendas.
Te dejo la dirección: http://teresacarmelocuba.blogspot.com,
Espero que te guste.
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