domingo, 14 de junio de 2009

Aumentar nuestra fe


La nueva era del Mesías es anunciada por los todos Profetas llena de alegrías y prodigios. Una sola cosa pedirá nuestro Señor: Que tengamos FE.
Sin esta virtud el Reino de Dios no llega a nosotros. Más tarde, los Apóstoles se manifiestan al Señor con toda sencillez. Saben que son débiles y conocen su fe insuficiente y pobre en muchos casos ante lo que ven y oyen, y un día le piden a Jesús: ¡ Señor, auméntanos la fe!

También nosotros nos encontramos como los Apóstoles; nos falta fe ante la carencia de medios, ante las dificultades en el apostolado, ante los acontecimientos, que nos cuesta interpretar desde un punto de vista sobrenatural. Pero si vivimos con la mirada puesta en Dios no debemos de temer nada: “La Fe, si es fuerte, defiende toda la casa”, (San Ambrosio, Comentario sobre el Salmo 18).
Imitemos a los Apóstoles y con ánimo humilde pidamos al Señor: ¡Auméntanos la fe!

La fe es el tesoro más grande que tenemos, y, por eso, debemos de poner todos los medios para conservarla y acrecentarla. También es lógico que la defendamos de todo aquello que le pueda hacer daño: Lecturas (especialmente en épocas en que los errores están más difundidos), espectáculos que ensucian nuestro corazón, provocaciones de la sociedad de consumo, programas de televisión que puedan dañar este tesoro que hemos recibido.
Reconocer al Señor delante de los hombres es ser testigos vivos de su vida y de su Palabra.

Nosotros queremos cumplir nuestras tareas cotidianas según la doctrina de Jesucristo, y debemos estar dispuestos a que se transparente nuestra fe en todas nuestras obligaciones familiares, profesionales y sociales.

¿Se nos reconoce como personas cuya conducta es coherente con su fe? ¿Nos falta valentía para hablar de Dios? ¿Nos sobran los respetos humanos y la vergüenza?

Una consecuencia de la fe firme es la seguridad y el optimismo de que las cosas saldrán adelante. El poder de Dios está con nosotros y disipa todo posible temor. Él nos da la gracia para cumplir nuestra vocación.

En todo tiempo debemos de fijarnos en Nuestra Madre la Virgen María, que vivió toda su existencia movida por la fe. La confianza y serenidad de la Virgen ante el descubrimiento de su vocación, en el silencio que ha de mantener ante San José, en los momentos difíciles que preceden al Nacimiento de Jesús. La Fe de la Virgen María en el Calvario.
Ella nos pide hoy que vivamos con nuestra confianza puesta solamente en Jesús. Pidámosle ahora su ayuda, para que lo mismo que Ella, no perdamos nuestra Fe nunca.

Ciao.

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