martes, 7 de julio de 2009
Parábola de la rosa
Un hombre plantó una rosa y trabajó regándola y cuidándola constantemente.
Antes de que en ella apareciese algún indicio, él la examinó y vio el botón que en breve abriría, mas notó espinas sobre el tallo y pensó:
- ¿Como puede una flor tan bella venir de una planta rodeada de espinas tan afiladas?
Entristecido por este pensamiento, el se negó a regar la rosa y antes de estar preparada para abrir, ella murió.
Así sucede con muchas personas.
Dentro de cada alma hay una rosa:
Son las cualidades dadas por Dios.
Dentro de cada alma tenemos también las espinas:
Sólo que falta que aparezcan nuestras rosas.
Muchos de nosotros nos miramos y vemos sólo las espinas, los defectos:
Nos desesperamos, pensando que nada bueno puede venir de nuestro interior ni del de los otros.
Nos negamos a regar, a cultivar nuestro interior, y consecuentemente, eso muere.
Nunca percibimos nuestro gran potencial.
Algunas personas no ven la rosa dentro de ellas mismas. Por lo tanto alguien más debe mostrárselas.
Uno de los mayores dones que una persona puede poseer o compartir es, ser capaz de pasar por las espinas y encontrar la rosa que los otros llevan dentro.
Esta es la característica del amor.
Mirar una persona y conocer sus defectos y carencias.
Aceptar a las persona con toda su vida, en cuanto reconoce la belleza en su alma y ayudarla a percibir que ella puede superar sus aparentes imperfecciones, es tarea de todos.
Si nosotros mostramos a esas personas la rosa que está creciendo en su interior, ellas superarán sus proprias espinas.
Solo así ellas podrán ver abrirse sus rosas, muchas veces.
Ciao.
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