¿Controlamos nuestra tristeza?

Más o menos motivada o inmotivada, la tristeza es un sentimiento que debe ser superado, sin dejarla que se instale de forma crónica en nosotros.
Su manera más común y natural de operar es invadiendo nuestro ser, haciendo que se resienta nuestra vida emocional.
Para ello, necesitaremos abordar y analizar los pensamientos que se esconden, y el motivo que nos entristece, cuestionando su validez y considerando otras alternativas más positivas.

No podemos negar que es dura, pero debemos reconocer también, que es luminosa y bella.

La tristeza motivada por nuestros fracasos y decepciones se debe combatir aceptando serenamente el contratiempo, evaluando sus dimensiones y sacando conclusiones.

Si el error es nuestro, deberíamos aprender a hacer las paces con nosotros mismos, pues cuando hacemos del fracaso una ocasión habitual de endurecer y templar nuestra personalidad, realizamos entonces un descubrimiento de valor incalculable.

En resumen: Una de las claves de la buena educación sentimental es aprender a asumir el fracaso.

Una estrategia eficaz para el alejamiento de las ideas tristes es la distracción, sin cometer la torpeza de caer en otras dependencias, que no sólo no solucionan el problema, sino que la mayoría de las veces lo agravan.

Otros remedios probados son el cambio de perspectiva con el que juzgamos nuestro problema; el no caer en el victimismo y la autocompasión; pensar que mucha personas sobrellevan bien situaciones peores; buscar el desahogo en personas realistas y prudentes.

En ocasiones, la tristeza, el pesimismo o la irritabilidad podrán ser efectos del cansancio orgánico motivado por un excesivo trabajo o cierto o un agotamiento físico provocado por miles de situaciones. La solución pasa por averiguar la causa y descansar.

Un descanso que quizás, no deba consistir en no hacer nada, sino en ocuparnos de alguna afición o de algún hobby que nos distraiga, aunque nunca debemos olvidarnos de que somos seres sociales por naturaleza, y que hacer algo por los demás, es la mejor terapia contra la pesadez de dar vueltas a las propias preocupaciones.

Ciao.