
Hay una ventana en nuestro corazón a través de la cual podemos ver a Dios.
Hubo un tiempo en que esa ventana era transparente.
Nuestra visión de Dios era clara.
Podíamos ver a Dios tan claramente como podíamos ver un hermoso valle o una colina.
Entonces, de pronto, la ventana se rompió.
Una piedra rompió la ventana. Una piedra de dolor.
Y de repente ya no fue tan fácil ver a Dios.
La vista que había sido tan clara había cambiado.
Estábamos confundid@s. Dios no permitiría que algo como eso ocurriera, ¿verdad?
Cuando no lo podamos ver, confiemos en Él … Jesús está más cerca de lo que jamás soñamos.
Aunque no lo veamos, Él esta tan cerca de nosotros, que ni nos podemos imaginar cuán cerca está.Dejemos de mirar la ventana rota y comencemos a ver quién está más cerca de esa ventana
¡Te sorprenderás!
Ciao.
3 comentarios:
Lo malo es cuando seguimos empeñados en ver la ventana rota. Una vez descubierto quien está a nuestro lado, la visión cambia de óptica. Un saludo
Y tal vez esta ventana esta cubierta de polvo, pero pronto se puede limpiar para que pueda resplandecer el amor a Dios.
Un grande abrazo, Lourdes, de tu amiga romana ;D
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