miércoles, 25 de noviembre de 2009

Palabra de Vida Noviembre 2009



“Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos.” (Mt. 21, 19)

¿Te causa impresión esta frase?
Creo que tienes razón al quedar perplejo y pensar todo lo que convendría hacer. Jesús no dijo nada al azar. Por lo tanto, es necesario tomar en serio estas palabras, sin pretender diluirlas.
Pero intentemos comprender su verdadero sentido desde Jesús mismo, desde su modo de comportarse con los ricos. Él frecuentaba también personas de buen pasar. A Zaqueo, que regala solamente la mitad de sus bienes, le dice: la salvación ha entrado en esta casa.
Los Hechos de los Apóstoles dan testimonio, entre otras cosas, de que en la Iglesia primitiva la comunión de bienes era libre y por lo tanto que la renuncia concreta a todo cuanto se poseía no era un requisito.
Jesús no pensaba, entonces, en fundar solamente una comunidad de personas llamadas a seguirlo radicalmente, que dejan de lado toda riqueza.
Y sin embargo dice:

“Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos.”

¿Qué es, entonces, lo que Jesús condena?

Seguramente no los bienes de esta tierra en sí mismos, sino al rico que se apega a ellos.
¿Y por qué?
Es claro: Porque todo le pertenece a Dios, y el rico en cambio se comporta como si las riquezas fueran propias.
En efecto, con facilidad las riquezas ocupan en el corazón humano el lugar de Dios y enceguecen, inducen a cualquier vicio.

Pablo, el Apóstol, escribía: “Los que desean ser ricos se exponen a la tentación, caen en la trampa de innumerables ambiciones, y cometen desatinos funestos que los precipitan a la ruina y a la perdición. Porque la avaricia es la raíz de todos los males, y al dejarse llevar por ella, algunos perdieron la fe y se ocasionaron innumerables sufrimientos."

Ya Platón había afirmado:

“Es imposible que un hombre extraordinariamente bueno sea al mismo tiempo extraordinariamente rico”.

¿Cuál debe ser entonces la actitud de quien posee bienes?

Se requiere que tenga el corazón libre, totalmente abierto a Dios, que se sienta administrador de sus bienes y sepa, como dice Juan Pablo II, que sobre éstos grava una hipoteca social.
Si los bienes de esta tierra no son un mal en sí mismos, no hay por qué despreciarlos, pero es necesario usarlos bien.
No es la mano, sino el corazón el que debe estar lejos de ellos. Se trata de saberlos emplear para el bien de los demás.

“Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos.”

Tal vez digas: En realidad, yo no soy rico, de manera que estas palabras no se refieren a mí.
Presta atención.

La pregunta que los discípulos, sorprendidos, le hicieron a Cristo enseguida después de esta afirmación fue:

“Entonces, ¿quién podrá salvarse?”.

Lo cual dice a las claras que esas palabras estaban dirigidas de alguna manera a todos.
También alguien que lo dejó todo para seguir a Cristo puede tener el corazón apegado a miles de cosas.

Incluso el pobre que insulta porque le tocan su bolsa puede ser un rico a los ojos de Dios.

Chiara Lubich

Ciao.

4 comentarios:

Angelo dijo...

Hay muchos que son ricos de alma y pobres de espíritu. Hay muchos pobres que están apegados a muchas cosas que les convierte en almas ricas y esclavizadas. Hy que saber donde ponemos el corazón y como lo ponemos. Un beso

Terly (Juan José Romero Montesino-Espartero) dijo...

Querida Lojeda:
Me ha hecho ilusiòn ver la foto porque como yo de camello (ojo, de los buenos) tengo mucho y de rico nada, a lo mejor tengo alguna posibilidad.
Me ha gustado mucho verte por mi blog.
Desde Italia, un afectuoso beso.

svodoba dijo...

Mum, no sé si sabías esto (copio y pego de otro lado):

En el Nuevo Testamento, en el libro de San Mateo, dice: "Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de los Cielos"... el problema es que San Jerónimo, el traductor del texto,interpretó la palabra 'Kamelos' como camello, cuando en realidad en griego 'Kamelos' es aquella soga gruesa con la que se amarran los barcos a los muelles... en definitiva el sentido de la frase es el mismo... pero..

lojeda dijo...

Muchas gracias, hijo por la anotación, pero creo, como tu bien dices, que el sentido no lo pierde, porque tan difícil el el ojo de una aguja que por el ojo de una maroma.
Besitos