domingo, 29 de noviembre de 2009
Saludo de Adviento 2009
¿Seremos capaces de construir la casa?
¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno oscuras?
¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
¡Cuántas veces el ángel me decía:
«Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía»!
¡Y cuántas, hermosura soberana,
«Mañana le abriremos», respondía,
para lo mismo responder mañana!
Lope de Vega
Querid@s ami@s:
Se acerca la Navidad, como todos los años, y gracias a Dios, que podemos decirlo y vivirlo…
Pues muchos de nuestros seres queridos, éstas próximas Navidades no estarán con nosotros, y seguro, que cuando vayamos a la “misa del gallo” o cuando nos sentemos a la mesa para cenar con nuestro seres queridos, sentiremos el vacío de alguien, que en otras ocasione ha estado con nosotros, y este año notaremos su ausencia.
Somos personas de fe, y esta fe es la que nos hace vivir con la mirada puesta en Aquel que nos ama y está ya llamando a las puertas de nuestro corazón para que le demos acogida.
En este período de tiempo que tenemos, antes de su llegada, de su nacimiento, EL ADVIENTO, procuraremos abrirle la puerta, preparar "la casa", para su venida definitiva.
¿Seremos capaces de prepararle una casita acogedora?
No importa que sea en una gran ciudad, con grandes bloques de hormigón, o una casa de doble planta en cualquier llanura perdida, de ésta bendita tierra... O una casita hecha de ladrillos o adobes, de cañas, de tierra, o de tablas. Una casita humilde pero bien adecentada.
A su casa, el corazón de cada uno, y a esa puerta, es a la que está llamando constantemente, y llamará una vez más, porque quiere y desea ser acogido.
Quiere que seamos precisamente todos nosotros , quien lo acojamos.
¿Seremos capaces, en este tiempo de Adviento de construir sabiamente la casa de nuestra vida, para que quepa Cristo en ella?
No vinimos al mundo con la tarea hecha. Todo lo contrario, venimos al mundo con la tarea por hacer. Todos venimos con la obligación de construir la casa de la vida de la mejor manera posible.
Ésta casa de la vida, ésta forma concreta de ir construyendo nuestra existencia requiere un empeño permanente, que todos estamos llamados y comprometidos en esa tarea siempre personal e intransferible.
La vida es, pues, tarea, de construcción permanente.
No todos van por la vida de la misma manera, es decir, viviendo sabiamente.
Los hay quienes aciertan a vivir y los hay quienes viven en un constante desconcierto.
El mismo Evangelio nos dice que se puede construir con sabiduría y se puede construir con necedad.
Dice el Evangelio:
“Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como le hombre prudente que edificó su casa sobre roca: Cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no se cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y se cayó, y fue grande su ruina”. (Mt. 7, 24-27)
Es lógico que nos preguntemos cuáles pueden ser hoy las arenas movedizas sobre las que construimos, a veces, la casa de la vida.
- Priorizar (darle más importancia) a el hacer, sobre el ser: Es la tentación actual de muchas personas.
Su dios y su meta es el puro activismo, el hacer y no parar. El tener más cosas, el ganar más dinero para poder gastar más…
Construir la casa de la vida en esas arenas, es arriesgado y peligroso. ¿Razón? Porque todo lo de aquí, es supuesto, todo pasa y, a veces, todo se hunde, y se hunde estrepitosamente.
¿Qué es lo que está pasando ahora, con la tan traída y llevada crisis?
- Absolutizar las cosas: Hoy nos deslumbra el brillo de la técnica, lo que vale y cuenta en términos de bienestar y de poder económico. Pero todo esto, no se puede olvidar, pertenece a lo cambiante, a lo que se puede perder y deteriorar. Todo esto nos impide ver más allá; nos impide ver lo que no cambia nunca y vale siempre, la realidad de la verdadera trascendencia.
- Sentirnos dueños del mundo y salvadores de nosotros mismos.
El ser humano, a lo largo de la historia, ha caído muchas veces en la tentación de creerse dios y señor de sí mismo, dios y señor del mundo.
Como Adán y Eva, que quisieron ser como Dios, quitarlo de su vida y ponerse en su lugar, conociendo el bien y el mal.
Aquello era construir la casa de la felicidad sobre arena y, como es lógico, todo cayó estrepitosamente.
La historia se repite cada vez que queremos construir la casa de la felicidad sobre nosotros mismos y desde nosotros mismos sin contar con la fuerza y la ayuda de Dios.
También nos debemos preguntar qué puede significar para nosotros, hoy, construir sobre roca.
Aquí están los tres pilares:
- Roca es Jesucristo: Quien va construyendo su vida en el Señor y desde el Señor, quien se va configurando con Él y deja que Él viva en la propia vida y corazón, ese construye sobre roca. Quien obra así sabe muy bien que quien construye la casa es el Señor y que sin Él, en vano se pueden hacer nada los "constructores" por muy buenos que sean.
Si queremos construir la casa de la felicidad, si queremos hacer de esta vida, un casa confortable y feliz, el camino es Jesús, la piedra angular.
- Roca es la Palabra de Dios: El Señor, se nos hace presente en su Palabra. De ahí la necesidad de acudir a la Palabra si le queremos encontrar a Él. El camino es construir sobre la Palabra de Dios, dejar que la Palabra de Dios, toque el alma, ilumine la inteligencia y nos vaya modelando el corazón.
- Roca es también el amor, como camino de perfección espiritual. Fue el camino de Jesús y ha de ser el camino de sus seguidores. Ya que estamos hechos de levadura de amor, sólo en la medida que vivamos el amor alcanzaremos plenitud y sabiduría, perfección humana y cristiana, felicidad verdadera.
¡Feliz Adviento, que nos haga gozar una Navidad feliz!
VIRGEN DEL ADVIENTO
Virgen del Adviento,
esperanza nuestra,
de Jesús, la aurora,
del Cielo, la puerta.
Madre de los hombres,
de la mar, estrella,
llévanos a Cristo,
danos sus promesas.
Virgen del Adviento,
esperanza nuestra,
de Jesús, la aurora,
del Cielo, la puerta.
Eres Virgen Madre,
la de gracia llena,
del Señor, la esclava,
del mundo, la Reina.
Virgen del Adviento,
esperanza nuestra,
de Jesús, la aurora,
del Cielo, la puerta.
Alza nuestros ojos
hacia tu belleza,
guía nuestros pasos
a la vida eterna.
Virgen del Adviento,
esperanza nuestra,
de Jesús, la aurora,
del Cielo, la puerta.
Ciao.
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1 comentario:
En la última frase de Lope de Vega me suena que decía "para lo mismo responder mañana"¿Es así o me confundí? Bellísima poesía con una carga de actualidad impresionante.
La otra poesía no la conocía. Muy bonita.
Bueno. Estamos en el tiempo de la Espera. A ver cómo nos engalanamos:)
Un beso Lourdes
Luisa
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