
No educamos cuando imponemos nuestras convicciones, sino cuando suscitamos convicciones personales.
No educamos cuando imponemos conductas, sino cuando proponemos valores que motivan.
No educamos cuando imponemos caminos, sino cuando enseñamos a caminar.
No educamos cuando imponemos el sometimiento, sino cuando despertamos el coraje de ser libres.
No educamos cuando imponemos nuestras ideas, sino cuando fomentamos la capacidad de pensar por cuenta propia.
No educamos cuando imponemos el terror que aísla, sino cuando liberamos el amor que acerca y comunica.
No educamos cuando imponemos nuestra autoridad, sino cuando cultivamos la autonomía del otro.
No educamos cuando imponemos la uniformidad que aborrega, sino cuando respetamos la originalidad que nos diferencia.
No educamos cuando imponemos la verdad, sino cuando enseñamos a buscarla honestamente.
No educamos cuando imponemos un castigo, sino cuando ayudamos a aceptar y a comprender el porqué de una sanción.
No educamos cuando imponemos nuestra disciplina, sino cuando formamos personas responsables.
No educamos cuando imponemos autoritariamente el respeto, sino cuando lo ganamos con nuestra autoridad de persona respetable.
No educamos cuando imponemos el miedo que paraliza, sino cuando logramos la admiración que estimula.
No educamos cuando imponemos información a la memoria, sino cuando mostramos el sentido de la vida.
No educamos cuando imponemos a Dios, sino cuando lo hacemos presente con nuestra vida.
Ciao.
No hay comentarios:
Publicar un comentario