jueves, 17 de junio de 2010

El secreto del abuelo


Ahora en que la tercera edad está tan en baja, y que nuestros abuelitos y abuelitas, parece que se que estorban en la sociedad 10 que intentan vendernos, creo que esta historia nos debe dar que pensar, y nos debe invitar a valorar la experiencia de nuestros mayores y beber de ella, aceptando sus consejos.

El nieto estaba asombrado de su abuelo. El abuelo tenía una granja hermosa, con animales, campos sembrados y muchos árboles repletos de frutos.
Las grandes cosechas del abuelo eran la envidia del lugar. Por supuesto él había ganado un lugar de relevancia en esa ciudad. Su nieto estaba orgulloso de él.
Un día él quiso conocer cómo el abuelo había logrado todo eso. Él quería aprender a hacerlo por él mismo y ser como el abuelo.
Un día el abuelo lo invitó a su granja y él se propuso descubrir el secreto de cómo el abuelo había alcanzado esas cosechas año tras año.Lo primero que hizo al llegar a la granja fue preguntarle al abuelo:
- Abuelo ¿Cual es el secreto para alcanzar estas cosechas año tras año?
El abuelo contestó:
- Descubre tu mismo el secreto.
El nieto asombrado preguntó:
- ¿Cómo puedo hacer eso?
- Muy simple, contestó el abuelo, mañana te levantas bien temprano, vas al campo a trabajar y no vuelvas hasta que veas que el sol comienza a bajar en el horizonte.
- ¿Solo eso y descubriré el secreto?, preguntó el nieto
- Solo eso y descubrirás el secreto, contestó el abuelo.
Al día siguiente el nieto se levantó muy temprano y salió hacia el campo a trabajar.
No estaba acostumbrado al trabajo de campo y a las pocas horas se cansó, pensó en volver pero recordó las palabras del abuelo: “No vuelvas hasta que veas que el sol comienza a bajar en el horizonte”.
Cuando fue la media mañana al cansancio se sumó el sol que empezó a calentar su cuerpo, mientras traspiraba pensó en volver pero una vez mas recordó las palabras del abuelo “no vuelvas” y siguió trabajando duro.
Al medio día el agotamiento llegó a su punto mas fuerte y se sentía desmayar, el agua se le empezo a acabar y el creyó que era una buena razón para volver, pero las palabras del abuelo aparecieron de nuevo en su mente, “no vuelvas”.
La tarde le hizo pensar que ya quedaba menos y que había cumplido gran parte de la consigna y por un momento pasó por su mente que ya había hecho lo necesario para descubrir el secreto y quiso volver, pero se detuvo y siguió hasta ver el sol que comenzaba a descender en el horizonte.
Entonces corrió hacia la granja a ver a su abuelo y preguntó nuevamente:
- ¿Cuál es el secreto ?
El secreto está a tu alcance y es simple.
- El trabajo está en el campo, cada día debes salir y no volver hasta realizarlo, si lo haces continuamente, al final del año sólo te esperara una gran cosecha, y por si esto fuera poco el agrego:
- Tu puedes hacer eso y Dios te ayudará.
Mientras leía esta historia pensaba en el ministerio.
Muchas veces pasamos mucho tiempo en la granja, en la oficina, en el edificio y no salimos a trabajar al campo.
El campo no es sitio geográfico, el campo en el ministerio son las personas.
¡Cuantas veces se nos pasan los días e hicimos muchas cosas pero no salimos al campo!
Debemos mejorar en ésto. Cuanta más cosecha querramos, más trabajao de campo habrá que hacer.
Tenemos que intentar hacer de cada día, un día de salir “al campo”, ese es nuestro desafío hoy.
Atender rápido cada cosa que senos presente en cada momento es poder salir cada día al campo.
Mientras el mensaje evangélico y nuestro compromiso personal, parecen desaparecer en medio de las modas actuales, el secreto del abuelo aparece como un regreso a aquello que Jesús hizo.
Pocas distraciones y mucho tiempo en el campo, con los que nos necesiten, y cuando veamos el sol que comienza a bajar, volveremos a nuestra casa porque cumplimos con nuestro trabajo. Satisfechos, cansados… pero felices.
El trabajo esta ahi afuera.
Cuanto antes nosotros hagamos como Jesús y pasemos nuestro día “en el campo” y no en nuestro mundo vacío, tal vez podamos ver una hermosa cosecha.
Que bueno sería que si el que viene por nosotros, nos encuentre con la mano en el arado, porque eso será una señal de que estamos en el campo, el lugar donde siempre debemos estar.
Por lo menos, asi pensaba el abuelo, y mal no le fue.


Ciao.



No hay comentarios: