Imaginaros que el gobierno decretara que durante cierto día que ninguna persona puede quejarse.
Esto quiere decir que no puede haber quejas de ningún tipo a ningún nivel en ninguna persona.
Como ciudadanos obedientes nosotros decidimos que ese día no nos quejaremos de nada en absoluto, aunque nos pasen cosas que no nos gustan. Nada nos debe llevar a quejarnos por las contrariedades que nos ocurran.
¿Os habéis parado a pensar de cómo seria un día sin quejas?
Lo más probable es que un día sin quejas sea maravilloso porque básicamente nos hemos concentrado en lo positivo y no hemos dejado que pequeñas y en realidad insignificantes situaciones nos arruinen momentos de nuestra vida.
Las quejas son contagiosas, si empezamos a quejarnos de algo, las personas cercanas a nosotros también se quejaran de algo más.
Si escuchamos quejas también nos empezaremos a quejar nosotros, porque nos contagiaremos de la negatividad de las otras personas de las que escuchamos sus quejas.
Las quejas son cansinas, pesadas, porque nos hacen perder energía.
Quejándonos, y concentrándonos en lo negativo, solo conseguiremos dejar de hacer nuestras actividades y perderemos las oportunidades que en ese momento la vida nos está ofreciendo, al no concentrarnos en lo positivo. Las quejas casi siempre son una pérdida de tiempo.
Esto no significa que nunca se debe de tomar acciones correctivas, lo que significa es que hay que dejarlas para cuando en realidad valga la pena.
Ponte como meta de hoy, tener un día sin quejas.
Ciao.
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