miércoles, 6 de julio de 2011

Aumenta el síndrome post-aborto



Gran documento el que nos ofrecía ayer el diario digital Minuto Digital, en el que se nos informaba del tremendo drama que están sufriendo miles de mujeres que han abortado: Hablo del síndrome post-aborto. Nadie da cifras, ni habla claro de esta cruda realidad. El motivo, no lo sé.
Imagino que esta falta de información, deberá tener varios motivos. Uno imagino que será porque a este gobierno asesino, no le interesa alarmar a la población, cuando nos intenta vender que el la práctica del aborto es una operación sin ninguna consecuencia, ni para la madre ni para el feto. Otra, puede ser, porque al hablar claro de los traumas que les quedan a las madres, las mujeres, se lo pensarían mejor, y entonces se les acaba el LUCRATIVO NEGOCIO de esos médicos y clínicas que se dedican a llenarse los bolsillos a costa de matar a inocentes, jugando con los sentimientos de las madres. Imagino que habrá muchos más motivos para que esta información, no vea la luz.
Hoy, pasado una año y un día de la aprobación de esta brutal ley, pienso que como voluntaria de Derecho a Vivir, es mi obligación de sacar en este blog, un informe que todos, hombres y mujeres deben conocer.


“Para los médicos que los practican, este problema no existe. No hay especialistas que traten este trastorno y cada día acuden a nosotros más mujeres a las que se les presenta de repente, diez o veinte años después de haber interrumpido su embarazo”, asegura Puente.

Según el presidente de Acai, Santiago Barambio, “el trastorno que se crea es el resultado de un mal acompañamiento” y aunque afirma que los estudios no dan con esta patología, confirma que en la nueva norma no se incluye el apoyo psicológico: “Antes, con la ley anterior, todas las mujeres tenían contacto con un psiquiatra ya que éstos debían determinar si la gestación era un riesgo para su salud o no.
Hoy no tenemos por qué preguntar los motivos de su decisión y por eso no se descubren algunos trastornos psicológicos”, añade Barambio.

Hoy se cumple un año desde la entrada en vigor de la Ley de Salud Sexual y Reproductiva e Interrupción Voluntaria del Embarazo y toca hacer balance.

A pesar de los datos que se aportan desde la Asociación de clínicas acreditadas para la interrupción del embarazo (Acai) sobre la disminución de las intervenciones, lo cierto es que no lo han hecho, como reflejan los datos de diferentes comunidades autónomas como Canarias.

En concreto, en Las Palmas, los abortos se han elevado más de un 20 por ciento desde la entrada en vigor de la norma.
Los datos globales todavía tendrán que esperar ya que no todas las provincias han aportado sus informes.
La reducción de las interrupciones entre adolescentes que apoyan desde Acai no es tal si se acude a los centros donde las embarazadas reciben ayuda económica y psicológica. «Cada vez son más las jóvenes que nos piden ayuda.
Los embarazos no deseados entre menores se multiplican y las chicas cada día son más jóvenes», explica Esperanza Puente, portavoz de la Fundación Red Madre.
Como explican desde esta asociación una de las consecuencias olvidadas de las interrupciones es el síndrome post-aborto.

Según publica La Razon, los casos de mujeres que sufren este síndrome se han multiplicado exponencialmente: un 380 por ciento, según los datos que hoy presenta Red Madre y a la que en 2010 acudieron casi 4.000 mujeres a pedir ayuda para poder sacar adelante su embarazo o por problemas psicológicos post-aborto.
Bárbara es una joven peruana de 22 años que ha encontrado refugio entre las paredes de esta asociación. Abortó el 14 de junio y desde entonces ya no sonríe.
Prefiere no mostrar su rostro. «No quiero que me reconozcan, nadie lo sabe, ni siquiera mis hermanas. Las decepcionaría. Sólo se lo he contado a mi madre», comenta triste, arropada por Esperanza que también sufrió este trastorno y que entiende, mejor que nadie, su situación: «Es una valiente. No todas se atreven a buscar ayuda.

Creen que no tienen ningún problema porque en los centros abortivos no les dan información.
No les ofrecen otra salida que el aborto», reitera. «Tengo un trabajo y siempre he querido ser madre, por eso al principio quise seguir con el embarazo. Pero, mi pareja me hizo sentir que yo no podía y el qué dirán pudo con mi valor y decidí abortar», prosigue la joven entre sollozos.
Estaba embarazada de ocho semanas y ya había pensado un nombre para él: «Quería que se llamara José María. Soy cristiana y creo que la valentía de los padres de Jesús son un ejemplo de vida».

Dar nombre al bebé que han perdido es uno de los primeros pasos que los escasos psicólogos que tratan este problema les sugieren a las que padecen este problema. Deben pasar su propio duelo, si no nunca superan el trauma. «Ellas saben que el niño ha existido pero nunca lo han visto, por eso es necesario personalizarlo. A nosotras nadie nos da el pésame y se enquista en nuestros corazones como no hablemos de ello», añade la portavoz de Red Madre.

Las dudas, la incertidumbre y la presión social obligaron a Bárbara a acudir a la céntrica calle Toledo, en Madrid, donde la remitieron desde el centro de salud al que acudieron. «‘‘Sólo serán diez minutos. No notarás nada,’’ me dijo el médico que me atendió. Fue muy frío conmigo y no quiso decirme en qué consistía la intervención. Sé que utilizaron un método horrible, la aspiración. Pero eso me lo dijeron una semana después, cuando volví para comprobar que todo había salido bien», asegura Bárbara.

Casos como el de esta joven se viven asiduamente en Red Madre.

Ciao.

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