martes, 26 de junio de 2012

En los buenos y malos momentos...





“Sus peores días nunca serán tan malos que usted no pueda alcanzar la gracia de Dios y sus mejores días nunca serán tan buenos que usted no necesite la gracia de Dios.” 
(Colleen Spencer)

Ésa es nuestra realidad y si la comprendemos, sea la circunstancia que sea, siempre seremos felices. Dios es todo para nosotros y no anhelamos estar lejos de él en ningun momento.
Cuando nos enfrentamos a nuestras luchas particulares, Él está a nuestro lado, peleando para asegurarnos la victoria.
Cuando las tempestades se abaten contra nuestras vidas, Él las disipa y hace brillar nuevamente el sol en nuestro tortuoso  camino.
Cuando nuestros días son de paz y tranquilidad, Él camina de la mano con nosotros, feliz por nuestra alegría.

Muchas veces vivimos distantes de Dios por creer que no lo necesitamos. Confiamos en nuestra sabiduría, en nuestra fuerza y en nuestra capacidad. Actuamos según nuestro modo de pensar y, si no conseguimos alcanzar los objetivos, reclamamos de todo y de todos, especialmente de Dios, olvidándonos de que nosotros lo excluimos de nuestros planes, cuando las cosas nos van bien.

Y cuando todo nos sale bien  y las victorias son constantes, en la mayoría de las veces llamamos a los amigos y hacemos una fiesta, conmemorando con un “yo solo lo conseguí“.
Proclamamos todas nuestras virtudes y capacidades y no recordamos de que “pedimos la bendición del Señor” y nuestra conquista aconteció a causa de Su intervención.

Si queremos realmente alcanzar la felicidad, no podemos abdicar de la presencia del Señor con nosotros.
Él es lo más importante que hay en nuestras vidas, tanto en los buenos como en los malos momentos. No sabemos hacer nada sin Él. No queremos hacer nada sin Él.

Él es todo para mí… siempre. ¿Y para vosotros?

Ciao.



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