miércoles, 11 de julio de 2012

La chispa interior




Hay una leyenda muy breve y preciosa que os voy a contar. 

Dice que en un monasterio, el abad estaba muy empeñado en sugerir a los monjes una oración de silencio, una oración silenciosa.
Y había uno que se resistía mucho, y que encontraba muchas dificultades, muchos estorbos, muchas resistencias para obedecer al abad. Era el cocinero.

Entonces el abad, en un afán, no de convencerlo, sino de esclarecer y diluir alguna de sus dificultades, lo citó una noche después del rezo de las completas a conversar un rato.

Se citaron en la cocina, porque era el lugar más cálido y allí estuvieron largo rato hablando.
Y hubo un momento en que el abad sintió frío y dijo:

- ¡Uy, que frío!.

Y abrió la lumbre y efectivamente ya no había lumbre. Y el abad revolvió un poco los rescoldos para ver si aún quedaba un resto de lumbre. El cocinero asombrado insistió:

- ¡Qué no, qué no! No queda nada, se ha consumido todo.

Pero el abad siguió sacando la ceniza con insistencia y resulta que en el fondo de la hornilla... había una brasa, todavía brillante.

Y dice la leyenda, que la cogió con las tenazas y se la puso delante de sus narices, a ver si se daba cuenta de que... Cuando todo se consume... siempre queda una luz, una chispa brillante, la presencia de la vida, de la luz en el corazón, que calienta nuestra alma y nos da fuerzas.

Ciao.

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