miércoles, 15 de agosto de 2012

¿Has tocado fondo?



Algunas personas cavan sus propios hoyos y después caen en ellos.

Dios es la fuente - el agua - que alimenta una vida verdaderamente buena.
Él es la fuente de la vida, y cuando dependemos de nosotros mismos o de otros recursos que no son de Dios, nuestras vidas llegan a estar vacías y secas.
Somos desaguados por las grietas de nuestras quebraduras.
¿Puedes recordar un momento cuando estuviste entusiasmado por estar dependiendo de Jesús?
Todos hemos estado emocionados acerca del Señor, generalmente justo después de algún tipo de experiencia de conversión.
En tales momentos, nosotros estuvimos dedicados completamente a amar a Dios y a aprender todo lo que podíamos de la fe. Queríamos complacerlo. Queríamos ser santos.
¡Pero ay! Nos tropezamos y caímos en un hoyo.
El camino no estuvo tan liso como pensamos que estaría. ¡El viaje llegó a ser más difícil, y dijimos, "Oye! ¡A mi no me gusta el trabajo difícil de la santidad"! Y así que fuimos a otra parte en busca de aguas refrescantes.
Cavamos un hoyo para recolectar esta otra agua, y después nos caímos en el y descubrimos que estaba bastante seco o que el "agua" era realmente agua residual.
Cuándo nosotros recibimos el Sacramento de Reconciliación, Jesús nos levanta, nos saca, nos quita la tierra, y pone nuestros pies nuevamente en el camino. Después Él nos dice que ("vayamos y no pequemos más").

¿Pero qué tal si no queremos humillarnos y utilizar este sacramento? ¿Qué tal si tratamos de salir de nuestros hoyos sin las gracias especiales que vienen con la ayuda sacramental de Dios?
Raspamos en los lados del hoyo y realmente lo ampliamos. Nosotros quizás pidamos a Jesús que nos ayude, pero si no tenemos deseo de cambiar, nosotros sólo estamos agarrando herramientas que escarban más los lados y hacen el hoyo más grande.
Entre más tiempo nos mantenemos en esta condición, más profundo cavamos. Cuándo las personas se caen duro y caen más bajo, es porque han estado cavando durante mucho tiempo. Afortunadamente, entre más profundo está el fondo, menos pueden ver cuando miran fuera del hoyo, y finalmente (si ellos no han cerrado sus ojos a la verdad) lo único que ellos podrán ver es la mano de Jesús tratando de alcanzarlos. Entonces la única opción es de escoger la salida de Dios o continuar sentados en el estiércol.

Un cristiano que se hunde en un hoyo es alguien que escucha a Dios pero falla en comprender. La humildad nos permite aceptar lo que no comprendemos y esto abre nuestros ojos a la mano de Jesús que se acerca a nosotros.
En la humildad, nosotros necesitamos pedir al Espíritu Santo que nos explique la verdad y cambie nuestra manera de pensar. Hasta que nosotros confiamos en Dios de esta manera, nosotros miraremos atentamente pero nosotros no veremos la salida verdadera de nuestros hoyos.

Ciao.

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