jueves, 15 de noviembre de 2012

El descolocamiento global




Hay mucha gente descolocada en la vida. Mucha gente que, violando su propia naturaleza, no busca la verdad.
Sin embargo hemos sido creados para buscar la verdad. Hay algo en nosotros que al ponerse en contacto con la verdad dice: ¡Hey! Lo queramos o no hemos sido diseñados para buscar la verdad, encontrarla y ser consecuentes con ella. Sin embargo, como somos libres, podemos ir en contra de nosotros mismos.

El ser humano es, sin duda, un cúmulo de paradojas. Lo sorprendente es que, además de los que dicen poseer la verdad o de los que la buscan con ahínco, existe una masa innumerable de personas que pasan por la vida siendo víctimas de un “descolocamiento” total.
No son capaces de decir por qué hacen lo que hacen, qué sentido tiene su vida, etc. Y lo peor es que no les importa.
Llevan una vida sin rumbo, en una especie de improvisación continua, siendo “espontáneos”, no queriendo adquirir responsabilidades, disfrutando a tope el momento sin querer integrarlo en un proyecto global de vida.
Ese ir a la deriva dura un tiempo, pero inexorablemente se acaba cumpliendo el famoso dicho: “en el pecado está la penitencia”.

Me pregunto cómo es posible que el ser humano no sea capaz de usar más la técnica de “escarmentar en cabeza ajena”.
Los errores ajenos nos deberían hacer ver la diferencia entre actuar bien o mal, pues el tiempo pone a cada uno en su sitio.
Quizás esto se vea mitigado por el individualismo en el que vivimos en la sociedad actual.
San Pablo usa la expresión “Cólera de Dios” para hablar precisamente esta realidad: cuando el hombre va en contra de la Ley de Dios, es decir, en contra de su naturaleza, de su bien, la propia naturaleza se venga, de ahí lo de que “en el pecado está la violencia”.
La clave del éxito del engaño es que los momentos son distintos. Uno puede vivir engañado mucho tiempo, incluso justificarse, pero tarde o temprano se sentirá “descolocado”.
Sólo cuando uno está cerca de la Verdad, puede sentir la seguridad de avanzar por la senda adecuada.
Y, ¿Cuál es esa verdad? Quizás un modo de expresarla sea la siguiente: “No lo olvidéis: El que no se sabe hijo de Dios, desconoce su verdad más íntima, y carece en su actuación del dominio y del señorío propios de los que aman al Señor por encima de todas la cosas” (San Josemaría, Amigos de Dios 26).

Sí, mucha gente desconoce esta profundísima realidad. Más bien habría que decir que prefiere olvidar esta realidad y construyen una vida a su modo, pero, como decía Ortega y Gasset: “Quien en nombre de la libertad renuncia a ser el que tiene que ser, ya se ha matado en vida: es un suicida en pie. Su existencia consistirá en una perpetua fuga de la única realidad que podía ser”.

Ortega también decía: “No somos disparados a la existencia como una bala de fusil cuya trayectoria está absolutamente determinada. Es falso decir que lo que nos determina son las circunstancias. Al contrario, las circunstancias son el dilema ante el cual tenemos que decidirnos. Pero el que decide es nuestro carácter”. Ojalá tengamos el carácter de portarnos siempre como buenos hijos de Dios, de esa manera nunca iremos por la vida “descolocados”.

Diego Pérez Gondar

Ciao.

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