miércoles, 29 de mayo de 2013
Hay que pasar mucho para entrar en el Reino de Dios
Con frecuencia confundimos el amor con esa sensación de “estar bien”, “estar a gusto”, una experiencia meramente sensible, afectiva, superficial. Esa que cuando aprietan las dificultades desaparece de inmediato. No es el amor el antídoto que quite el dolor.
La vida humana corre paralela a esas dos realidades, que la van marcando. Dios, la adhesión a Él, no evita el sufrimiento: al Reino no se accede sin haberse curtido, como humanos, en el dolor o la dificultad.
La vida cristiana vivida en integridad trae, si cabe, un plus: Experimentar la integridad del Evangelio supone un ir “contra corriente” que incomoda.
Trascender las categorías superficiales de lo humano, apostar por un estilo de vida, unos valores profundos y exigentes.
El Reino de Dios, para construirse, pide un esfuerzo amasado en amor.
Fr. Javier Garzón Garzón
Real Convento de Predicadores (Valencia)
Ciao.
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