No tener nada.
No llevar nada
No poder nada.
No pedir nada.
Y, de pasada,
no matar nada;
no callar nada.
Solamente el Evangelio como una faca afilada.
Y el llanto y la risa en la mirada.
Y la mano extendida y apretada.
Y la vida, a caballo, dada.
Y este sol y estos ríos y esta tierra comprada,
para testigos de la Revolución ya estallada.
¡Y “mais nada”!
Al final del camino me dirán:
¿Has vivido? ¿Has amado?
Y yo, sin decir nada,
abriré mi corazón lleno de nombres.
Poema de Pedro Casaldáliga,
El Tiempo y la Espera, 1986.
Ciao.
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