jueves, 19 de septiembre de 2013
A veces las palabras son más que palabras
“Con paciencia, a lo mejor lo que nos parecía cizaña, eran amapolas”.
Una tentación que nos ronda continuamente, y a la que cedemos frecuentemente es la impaciencia.
Ésta genera pesimismo desalentador ante la dura realidad de nuestra propia limitación y de un mundo secularizado que se muestra impermeable a los valores del espíritu y a la trascendencia de Dios.
Sin que sepamos cómo, la semilla del Reino germina y fructifica dondequiera que un hombre o una mujer responden a Dios. Él es quien da el crecimiento y espera paciente la cosecha.
La naturaleza misma de la evangelización y la experiencia histórica nos demuestran que los planes de Dios no coinciden con nuestra programación, activismo y cálculo de inversiones a plazos que vencen, ni con nuestros proyectos de rendimiento porcentual y eficacia avasalladora.
Aunque también es verdad que a nosotros nos toca emplear todos los medios posibles al servicio del reino de Dios y del Evangelio.
Así, hemos de echar mano de todos los recursos que estén a nuestro alcance hoy día: Alocuciones, escritos, charlas, homilías, catequesis, métodos de imagen y penetración social , redes sociales.
Pero sin buscar protagonismo en todo ello y sin esperar, y menos exigir necesariamente, el éxito inmediato y palpable.
El crecimiento del Reino de Dios sigue un proceso desconcertante para nuestra impaciencia, pero no permite el derrotismo pesimista ni la desesperanza de la que tanto nos habla el Papa Francisco, porque el éxito final es de Dios, que tiene en sus manos las claves de la historia humana.
Padre Tomás García Torres
Ciao.
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1 comentario:
Cuánta razón: Dios tiene unos plazos que se salen por completo de nuestra comprensión. Lo que pasa es que a veces una se desespera al no ver el fruto de la evangelización que hace continuamente con la persona que convive con una. Y eso duele. Aunque en este caso lo mejor es orar constante y no dejar que los momentos de desaliento ocupen más de un minuto. Y se que el Señor vela por mi. Un abrazo Lourdes
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