jueves, 3 de octubre de 2013
“Mercaderes de la espiritualidad”
He visto un cuadro con unas florecitas muy cursis (rayando en lo hortera) en el que Paulo Coelho dice que “sólo el amor nos permite escapar y transformar la esclavitud en libertad”.
Pues francamente, no lo entiendo, porque a mí personalmente lo único que me ha restado libertad en esta vida ha sido precisamente el amor; y el amor no lo encuentras, sino que un día – sin previo aviso – te cae encima y te deja hecho unos zorros; en el mejor de los casos saldrás gateando y lamiéndote las heridas, pero en el peor acabarás encadenado de por vida a una historia no siempre idílica.
¿Qué sólo el amor nos permite escapar y transformar la esclavitud en libertad? ¡Ja!
Lo que chirría no es tanto el sinfín de sandeces cursis y repetitivas con la que nos inunda el señor Coelho, sino el hecho de estar escribiendo sobre espiritualidad, al tiempo que está contando billetes; en concreto cuarenta y cuatro millones de dólares que es la fortuna que ha amontonado Paulo Coelho - en pocos años - a costa de la espiritualidad, gracias a un machacón marketing publicitario.
¿Es eso espiritualidad, o más bien es un negocio puro y duro?
Frases tibias, fofas, almibaradas - sin fuerza ni estilo - hasta el empacho, junto a toneladas de libros clónicos “prêt-à-porter” que inundan tanto la red, como las estanterías 2x1 de los hipermercados.
Si realmente fuera la mitad de lo espiritual de lo que dice ser este gurú de la autoayuda, lo que debería de hacer es - a partir de ya - colgar sus libros en la red para que las personas que lo deseen se los pudiesen bajar gratuitamente.
Creo que con cuarenta y cuatro millones de dólares en el banco, ya tiene para vivir espléndidamente el resto de su vida, y más una persona como él que va de místico por la vida. Pero el problema de los ricos es que siempre quieren ser más ricos.
Si fuera realmente coherente con lo que predica, se hubiera reservado lo necesario para disfrutar de una buena vida, y el resto lo hubiese dedicado a financiar instituciones tales como UNICEF, Manos Unidas, o Cáritas.
Sé que con este post voy a perder amigos y amigas, pero no me importa. La amistad, al igual como la literatura, no es cuestión de cantidad, sino de calidad.
Antonio Gil-Terrón
Ciao.
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