lunes, 28 de octubre de 2013

Perdonar



Perdonar no es olvidar, ni excusar, ni resignar, ni siquiera reconciliar. Perdonar es, más bien, reparar algo que está roto.
“Es liberar un sentimiento negativo, su carga y las consecuencias que esta conlleva”, explica la licenciada Alicia López Blanco, psicóloga clínica y autora del libro "Cada vez mejor".
Por eso, no es solo una acción que hacemos a otro, sino algo que nos damos a nosotros mismos. También Gabriela Farinola, psicóloga clínica (UBA) y espiritual, coincide en el efecto liberador del perdón. “Perdonar es retirar la carga de rencor acerca de un hecho”, explica. “El único que se perjudica cargando semejante energía tóxica y pesada es uno mismo”.

Perdonar es un acto de voluntad que pone en marcha un proceso en el que también juegan la inteligencia, el corazón, la sensibilidad y el juicio.
La terapeuta mexicana Rosa Argentina Rivas Lacayo, que a partir de su experiencia con pacientes con cáncer fue descubriendo cómo el temor y el resentimiento pueden destruirnos hasta llegar, casi, a matarnos, hace treinta años comenzó la práctica de lo que hoy denomina “terapia del perdón”, en la que utiliza técnicas de meditación, reflexión y autoconocimiento para reconocer, cambiar y superar los dolores del pasado. “Cuando alguien nos ha lastimado, tendremos siempre que elegir entre uno de los dos caminos: el que nos lleva hacia el perdón o el que nos lleva a la amargura”, escribe en su último libro, Saber perdonar (Urano).

El primer camino nos dará libertad y capacidad de renovarnos; el segundo nos asegurará un corazón endurecido que puede quedar muerto de por vida”. Resentimiento, amargura, tristeza, infelicidad son el efecto negativo de no perdonar y, a la larga, la causa de graves enfermedades. Farinola lo ejemplifica claramente: “El concepto básico es el siguiente: pienso negativo, vibro negativo. Acumulo veneno y, en algún momento, este se materializa en enfermedades, pasando de mis cuerpos energéticos a mi cuerpo físico y mi mente”.

Alicia López Blanco

Ciao.


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