miércoles, 6 de agosto de 2014

"Con amor eterno te he amado". (Jer 31, 3)



Ya hemos visto y sabemos que todo el mal que estamos viviendo. Los hijos que se pierden, familias que sufren, la desunión de nuestra Iglesia y una falsa adoración al Señor. Todo esto es por la enorme carencia de amor que se vive hoy en el mundo.
No asimilamos el amor de Dios, de Jesús en la cruz, del la Eucaristía que une y da vida. Al no experimentar nosotros toda la magnitud de lo que la Santísima Trinidad nos ofrece, no sabemos darla o llevarla a los demás, y así se va extendiendo esta falta de amor, en todas partes.
Para ir remediando todo esto, lo primero a que estamos llamados es a amarnos nosotros mismos, aceptarnos, querernos, estar en paz, para luego transmitir todo esto a nuestros hermanos. Si yo no me amo, no me acepto así, como Dios me ha hecho, con todos mis defectos, nunca voy a aprender a amar y aceptar a otros.
Un niño no deja de ser feliz porque los vecinos no lo quieran; le basta sentir el amor de sus padres.
Así debemos ser nosotros que no debemos no entristecernos si alguien no nos quiere y nos debiera bastarnos saber que Dios nos ama, no por momentos, sino con un amor eterno. Porque ese amor de Dios no es de ahora, de ayer, es de siempre y para siempre; desde antes de venir al mundo, ya nos amaba, ya estaba planeando algo hermoso para cada uno.
Tanto nos amaba que se hizo hombre para venir hasta nosotros, ya que no íbamos hacia El. ¿Qué mayor prueba necesitamos para reconocer que nos ama?

Me afano y me canso, trabajo, paso dificultades y voy regando con mi sudor la tierra que piso... Y la cruz que llevo sobre mis hombros se me hace cada dí mas pesada. Esto pasa porque olvido que no estoy sola, que el amor de Dios constantemente me acompaña para que siga mi camino sin desviarme por ningún otro y siga aquel que me lleva a la meta, que es el cielo.
¡Saber que Dios nos ama, nos debe colmar de dicha! Tratemos pues de experimentar en todas las cosas, ese maravilloso amor para llevarlo a los que están lejos de El, en la más grande obscuridad.

Padre bueno, lleno de amor y misericordia, gracias porque aunque a veces nos sentimos tan indignos, con tanta miseria en nuestra vida, aún así nos muestras cuanto nos amas. Queremos corresponder a este amor haciendo lo que a través de Jesús, guiados por Tu Divino Espíritu debemos. Deseo mi Señor, ser esa fuente de amor donde vengan a beber tantos que están muriendo de sed. Ser canal por donde corra a raudales tu amor. 
Ayúdanos a todos, a que sepamos apreciar la gran obra de amor que realizaste en Nuestro Señor Jesucristo, para que fuéramos felices. Graba en mi corazón cada palabra amorosa que me envías, para aceptarme así, como me has creado y así aceptar a los demás, aunque no sean personas agradables, sé que si te conocen y saben cuanto les amas transformarán su vida. 
Que Tu amor Divino esté llenando día a día toda tu Iglesia, llegue hasta el lecho de cada enfermo que sufre y haga leves sus dolores. Que envuelva a todos los pequeños de Jesús y tengan buena vida y gran enseñanza de amor. 
Ama mucho a los sacerdotes que se sienten solos, desanimados; a los que son criticados y calumniados. Jesús, tan amado, protege y cuida Tu Iglesia, cúbrela con tu amor. 
Virgen María, llena del amor de Dios, enséñanos a amar a Tu Hijo, a amar a todos los y a aceptar a los que viven con nosotros. Que tu amor, Madre, llene cada rincón de nuestros hogares y tu, estés protegiéndolo del mal. 

Amén.

Ciao.

No hay comentarios: