sábado, 31 de enero de 2015

Día de la paz y la no violencia



Ayer fue el día de la paz y la no violencia. Son multitud las guerras que existen en el mundo. Educamos a nuestros escolares a amar la resolución de conflictos con el diálogo y el raciocinio. Porque precisamente la violencia es una sutil y hábil manipuladora que actúa primero en las palabras. Se cuela en las rendijas del vocabulario. La violencia se introduce entre los entresijos de los medios de comunicación con soflamas demagógicas que van preparando el caldo de cultivo adecuado. Esa misma violencia se puede vivir en la vida cotidiana, en el trabajo o en el hogar.

Son fórmulas antiguas de prepotencia que vienen igual de personas que se consideran progresistas o conservadoras. Es un estilo de imposición de acciones. Mucha gente no se da cuenta de ello porque en realidad todos estamos sometidos a ese tipo de violencia en algún momento de nuestra vida.
Desde la escuela a la vida adulta. Y esas actitudes son las que llevarán a acciones de guerras en manos de diplomáticos poco avezados en el diálogo o personalidades complejas capaces de abducir a todo un país como fue el caso de Hitler y Musolini.

Por eso es tan importante que la paz se trabaje no como algo que compete a los señores de Naciones Unidas y sus adláteres. Ni siquiera a los presidentes de gobierno. Para la resolución de conflictos entre pueblos hay que sentarse a cicatrizar heridas con el perdón y la justicia en ambas manos.
Y esa es la única manera de pacificar naciones. Lo otro, azuzar el odio, asociar la violencia verbal en arengas a una masa dolorida, no sirve nada más que para avivar fuegos.

Lo hemos visto con las viñetas de Mahoma de Charlie Hebdo, que ha provocado por todos los países musulmanes incendio de iglesias y asesinatos de cristianos. Sin embargo, la mayor repercusión estuvo en occidente, donde la diosa de la libertad de expresión se impuso por encima de otras consideraciones que van desapareciendo de nuestra sociedad.
Lo vemos en los tertulianos que insultan gratuitamente a sus oponentes, sin presentar razones de peso, tan sólo descalificaciones banales que sirven para maleducar a quienes no sepan distinguir entre libertad de expresión, educación y cultura.

Y por eso este día aniversario del asesinato de un hombre no violento como Gandhi se celebra con multitud de parafernalias que hablan de la hermosura de la paz. Pero la paz también es ternura, comprensión, justicia, empatía, solidaridad.
La paz se construye con lazos entre las personas que no están dispuestas a cruzar determinadas líneas. De manera que este día debería ser de reflexión no sólo en las escuelas, sino en toda la sociedad. Porque hay muchos tipos de guerras con frentes sin armas pero son también de destrucción masiva.
Y eso lo expresó de maravilla Orwell en la Rebelión en la Granja: El tema principal de la obra es el abuso de poder, y cómo este corrompe a los que lo poseen, llevando a la avaricia, la discriminación y la traición. Así, los cerdos de Rebelión en la granja usan su poder para manipular y engañar a los otros animales y afianzar su dominio sobre ellos.

He ahí la tónica dominante en todos los conflictos humanos, que se resuelve cuando la gente es capaz de reaccionar con no violencia pero con firmeza al abuso. Saber defender nuestras propias posiciones desde el diálogo es una asignatura que no tienen aprobadas ni sus señorías en el Congreso, donde al parecer de lo que se trata es de mostrarse lo más cerril posible para descalificar al contrario.

Pues bien, yo quiero reflexionar con una canción de Boris Vian para finalizar en este día mundial de la Paz.
Señor gobernador
le escribo sólo tres líneas
y no es pedir demasiado
si le ruego que las lea.
Tengo entre mis dedos
las órdenes que me obligan
a partir pronto a la guerra
el miércoles por la noche.
Señor gobernador
le digo que me niego a hacerlo
no tengo razones ni me tienta
matar ningún enemigo.
Y quede claro señor
que esto no es ninguna ofensa
la decisión ya está tomada:
yo quiero ser desertor.

Después de haber nacido
he visto morir a mi padre
irse de casa a mis hermanos
y los llantos de mis pequeños.
Mi madre sufrió tanto
que hoy ya está en la tumba
y se ríe de los hombres
y de los gusanos de su alrededor.
Cuando estaba preso
me quitaron a mi mujer
me quitaron las horas
y mi pasado feliz.
Mañana bien temprano
me iré de casa
y aplastaré en la puerta
las narices de ayer.

Viviré de las limosnas
que me den manos sencillas.
De Alcoi a la Cerdaña
diré a la buena gente
negaros a obedecer
decid no a las órdenes
no vayáis a la guerra
negaros a partir.
Si se ha de perder sangre
pierda señor la suya
haced bien el papel de apóstol
señor gobernador.
Y si mandáis que me persigan
decid a los que salgan por mí
que no llevo ninguna arma.
Podrán disparar tranquilos.

Carmen Bellver

Ciao.

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