martes, 10 de febrero de 2015

Crisis de Fe, crisis de práctica religiosa



"Soy católico pero no voy a misa". Me he encontrado con muchísima gente que dicen que no es necesario vivir con una religión y que la Santa Misa del domingo no es necesaria, con seguir el ejemplo de Jesús es mas que suficiente. (Esta es la pregunta que me llegó hace unos dias).

¿Y QUE DECIR A ESTO?

PUES:

El fenómeno del alejamiento de la fe de muchos comienza frecuentemente por el gradual abandono de la práctica religiosa. Con el tiempo nace una hostilidad hacia las instituciones eclesiásticas y una crisis de aceptación de la fe y de los valores morales a ella vinculados, especialmente en aquellos países donde la educación general es laica o francamente atea.
Este fenómeno parece darse más a menudo en zonas de fuerte desarrollo económico y de rápidos cambios culturales y sociales. Sin embargo, no es un fenómeno reciente. Habiéndose dado en los padres, pasa a las nuevas generaciones.
No es ya crisis personal, sino crisis religiosa de una civilización. Se ha hablado de «ruptura entre Evangelio y Cultura».
El alejamiento toma, a menudo, aspecto de total indiferencia religiosa.
Hay que preguntarse si ciertos comportamientos sociales no pueden interpretarse como sustitutivos para rellenar el vacío religioso: Culto pagano al cuerpo, evasión en la droga, gigantescos «ritos de masas» que pueden desembocar en formas de fanatismo o de alienación, todo ello embadurnado del un relativismo Moral.
Las causas de todo esto tal vez sea las carencias en el punto de partida, es decir, en el ambiente familiar. Tal vez es insuficiente la propuesta de la comunidad eclesial.
La formación cristiana de la infancia y de la primera adolescencia no siempre resiste los choques del ambiente. Quizá deba buscarse la causa, alguna vez, en la propia escuela sin formación católica que ha conducido a esta situación.
Conseguir que la gente busque una religiosidad más consciente, y que se pregunten por el sentido de la vida y encuentran en el Evangelio la respuesta a sus inquietudes. Otros, superando las crisis de indiferencia y duda, se acercan o retornan a la vida cristiana.
Estas realidades positivas son motivo para esperar que la religiosidad sobre todo en la juventud puede crecer en extensión y profundidad.
Es cierto que muchos adoptan actitudes no positivas frente a las principales experiencias de las prácticas cristianas —oración, participación en la Santa Misa, frecuencia de sacramentos— o adoptan alguna forma de rechazo, sobre todo, respecto a la religión de la Iglesia.
Habría que preguntales a quienes se alejan de la fe para qué vale tanta ciencia y tecnología, si todo puede acabar en una hecatombe nuclear; hay que hacer reflexionar sobre la civilización que ha inundado el mundo de «cosas», incluso bellas y útiles, y preguntarles si el fin del hombre consiste en tener muchas «cosas» y no en algo distinto que vale mucho más, en este interrogante hay que llevarlos al desconcierto por la injusticia de que haya pueblos libres y ricos y pueblos pobres y sin libertad.
A mucha gente incrédula por el consumismo que ahora es su “dios” hacerles ver esta posición crítica frente al mundo, llega a ser demanda crítica ante la religión para saber si ella puede responder a los problemas de la humanidad. Hoy día esta gente sin fe son hijos de nuestro condiciones y de estos tiempos.
Pero vivir una exigencia de profundización en la fe y de vivir con coherencia es lo humano y por supuesto lo cristiano.
Cada uno lleva en sí mismo las huellas de su origen y los rasgos de su individualidad por lo que hay que alumbrarlos para que desarrollen un proyecto de vida iluminado por el mensaje evangélico y atento a las necesidades de hoy.

Richard Aponte

Ciao.

1 comentario:

José Manuel dijo...

Hola Lourdes y amigos:
Creo que se ve mucho el aspecto negativo de los tiempos actuales. Pero se ve poco el aspecto positivo, que es distinto, pero enriquecedor.
Creo que las palabras al final del artículo tienen la clave:
. Pues eso.
Un abrazo,
José Manuel