sábado, 21 de marzo de 2015

En presencia de Dios


Cuando alguien se pone en presencia de Dios, lo hace tal y como está en ese momento: Cansado, feliz, ilusionado, herido… Ignacio de Loyola en los Ejercicios Espirituales comprende que la situación de la persona es lo que manda. Uno no puede abstraerse de su circunstancia, del espacio y tiempo en el que vive, de su historia.
Es una suerte poder tener la confianza suficiente para estar, al menos con Dios, tal y como somos. Sin disfraces, sin exigencias sociales y sin esforzarnos por ocultar lo que no nos gusta de nosotros mismos.
En ese proceso, es clave reconocer lo que se nos ha dado. Lo bueno y lo no tan bueno. La historia concreta a la que pertenecemos. Con sus grietas y fortalezas. Reconocerla es paso para aceptarla. Aceptar puede dar lugar al agradecimiento y al perdón.
La herencia no se elige, llega. En nuestras manos está aprender de ella o arrastrarla como carga pesada.
Orar sobre lo recibido quizás nos abra las entrañas para que Dios participe de nuestro testamento vital.

Espiritualidad Ignaciana

Ciao.

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