domingo, 16 de agosto de 2015

Haz, en todo momento, la voluntad de Dios


Haz, en todo momento, la voluntad de Dios, con las fuerzas y gracias del momento presente.
No se te pide más. Acepta de corazón tus límites.
¿A qué grado de santidad quiere llevarte Dios? No lo sabrás más que en el cielo. No sondees sus misteriosos designios; no le rehúses nada deliberadamente.
Intenta complacerle según tus fuerzas actuales y déjate conducir a donde Él quiera, por sus caminos, sin prisa febril. No te aflijas por tus impotencias, ni aun, en cierto sentido, por tus miserias morales.
Te querrías bello, irreprochable. Es una quimera; orgullo, quizás. Hasta el fin, permanecemos pecadores, objeto de la infinita misericordia, a la que tanto valora Dios.
No pactes jamás con el mal; permanece desligado de tu perfección moral.
La santidad es ante todo algo de orden teologal, y es el Espíritu Santo quien la reparte en nuestros corazones; no somos nosotros quienes la fabricamos.

Ciao.

No hay comentarios: