La falsa percepción de la felicidad

Hoy una falsa percepción de la felicidad ha generado que abunden libros de auto-superación, auto-ayuda, de metafísica (me refiero a la baratija esotérica y no a la seria y filosófica de Aristóteles), de energías y vibras positivas...
No nos digamos mentiras, son la más viva expresión de esta tendencia de hacer del ser humano ¡dios de sí mismo.
Me dirá más de alguno:
"Pero si muchos hablan de JESÚS, incluso son escritos por líderes cristianos".
No olvidemos que Satanás se viste de "luz" y con "piel de cordero".
Basta un poco de sano y cristiano discernimiento, para reconocer que esos libros son, como diría Juan Manuel de Prada:
"Subliteratura espiritualoide pachangero-sincreto-religiosa".
Un antídoto sería profundizar con seriedad en las verdades de la fe revelada. Pero eso no gusta, porque el primer paso es dejar de ser el centro.
Diría Benedicto XVI:
"Los santos han sido personas que no han buscado obstinadamente su propia felicidad, sino que han querido simplemente entregarse, porque han sido alcanzados por la luz de Cristo.
De este modo nos indican la vía para ser felices y nos muestran cómo se consigue ser personas verdaderamente humanas".
"¿Por la luz de CRISTO?" preguntarían burlonamente aquellos que creen conocer a CRISTO, pero nunca se han abierto completamente a Él. Han preferido las anestecias del mundo o de una fe cómoda, egocéntrica, aunque barnizada de cristianismo.
Diría también Benedicto XVI:
"¡Cuán fácil es contentarse con los placeres superficiales que nos ofrece la existencia diaria!
¡Cuán fácil es vivir sólo para sí mismos, gozando aparentemente de la vida!
Pero antes o después nos damos cuenta de que no se trata de verdadera felicidad, porque la auténtica y más profunda: Sólo la encontramos en Jesús."
"NADIE HACE ACTOS DE CARIDAD SIN ESTAR UNIDO A CRISTO"

Semper Fiat

Ciao.