jueves, 28 de enero de 2016

Siempre nos falta una cosa



Y es que, la fe, no es algo cerrado ni conquistado. Todos los días nos pone frente a nosotros mismos.
Todas las horas nos interpela y nos interroga.
En todo instante, la fe, es una criba por la que, entre otras cosas, ha de pasar el "yo" para que reine de verdad DIOS.
Todos, por si lo hemos olvidado, somos jóvenes ricos.
Tal vez con una pequeña diferencia o matiz: Aquel se preocupaba de cómo alcanzar la Vida Eterna.
¿Nosotros? ¿Nos condiciona el más allá? ¿Significa para nosotros algo el día del Juicio Final?
Creo, sinceramente, que nos hemos hecho  a una fe excesivamente "light" o incluso de "tomo y dejo".
Una fe, a veces, condicionada por la moda pasajera por la presión del ambiente o del qué dirán.
El joven rico tuvo una desgracia: Toparse cara a cara con Jesús y, eso,  no le dejó indiferente y le pasó factura.
Cuando uno se encuentra con Cristo,  las cosas ya no pintan de la misma forma.
Le ocurrió a Pedro, Juan, Pablo, San Agustín, Santa Mónica, Francisco de Asís, Santa Clara,  Ignacio de Loyola, Francisco de Javier, Teresa de Jesús, San Juan Bosco, Madre Teresa de Calcuta, Oscar Romero o los santos de los nuevos tiempos.
Todos, absolutamente todos, pensaron y reflexionaron: ¿Qué cosa me falta para ser totalmente de Cristo? ¿Qué cosa me falta para alcanzar la Vida Eterna?
Y, todos, descubrieron que no sólo les faltaba ""UNA COSA" sino que eran varias las que no estaban presentes en el mueble de la vida cristiana.
Lo bueno es que, todos, TODOS acudieron a la gotera de la casa espiritual para ponerle remedio.
¿Qué me falta? ¿Nos lo preguntamos? ¿Qué me falta? ¿Nos lo respondemos?

HERMANAS CLARISAS de OLIVA

Ciao.


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