Amar a Dios y al prójimo, es el camino seguro, que nos ayudará a cumplir los Mandamientos de Dios y nos alcanzará la Vida Eterna. Si amamos a Dios por encima de todas las cosas, no haremos nada que nos lleve al pecado, lo evitaremos; evitando lo que nos aleja de Dios, nos acercamos al prójimo en una relación de hermandad, considerando al otro como un semejante, creado por Dios, hijo adoptivo de Dios y por tanto hermano en la fe... Amar a Dios, nos acerca a amar de verdad al prójimo y estas acciones, centradas en Dios, viviendo los Mandamientos por amor a Dios y no por miedo, nos traerá consecuencias positivas en nuestra vida diaria con nuestros semejantes, con nuestros prójimos, con nuestros hermanos de fe.
Vivamos en Dios y amemos a Dios por sobre todas las cosas y podremos ver a los demás como hermanos... Con esta vivencia de fe, esperaremos que Dios nos dé el poder vivir en el Reino de los Cielos, en la Patria celestial, obteniendo la Vida Eterna.
A Dios sea la gloria por siempre y para siempre. Amén.
Juan Inzulza
Ciao.
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