miércoles, 6 de julio de 2016

La pasión


Si hay algo que justifica cualquier cosa que hagamos en la vida, sea buena o sea mala, es la pasión.
Cuando tenemos pasión por algo, es cuando somos capaces de sacar nuestras mejores aptitudes y dar luz a nuestras más sublimes creencias, entregando lo que más apreciamos de nosotros mismos.
Es esa gana por lograr los objetivos, saltando todas las barreras de la lógica.
Por la pasión, tenemos la fuerza para llegar hasta donde habita lo inalcanzable, por la pasión se nos hacen creíbles todas las fábulas, por la pasión es que logramos realizar lo irrealizable. Es que la pasión es la fuerza que enciende el corazón y apaga toda duda.

La pasión es ese riesgo que vamos a correr cuando no tenemos nada que perder, es esa jugada en la que perder significa morir, es ganar el valor de hacerse un camino nuevo cuando ya nada nos funciona, es la certeza de encontrar nuevos desafíos sin conocer nada excepto la fuerza interior que nos mueve.

Cuando digo pasión me refiero a esa increíble capacidad que tiene todo ser humano para sobreponerse a la adversidad. Cuando no tenemos pasión, la vida parece plana, amorfa y aburrida. Nos sentimos agobiados por todas y cada una de las cosas que nos suceden por simples que ellas nos parezcan. Cuando no tenemos pasión, estamos lejos de entender el sentido que mueve cada uno de nuestros actos mas cotidianos. Por eso siento que la verdadera razón que mueve las fuerzas del destino de la vida de toda la humanidad, es la pasión.

Hubo Uno cuya pasión fue tan grande que pudo cambiar el mundo. Sabemos de quien estoy hablando.
Jesucristo fue aquel que nos mostró lo que puede lograr la fuerza de la pasión, provocada por el profundo amor que sintió por la humanidad.
No podríamos emular ESA pasión porque necesitaríamos mucho mas que ser solo seres humanos, pero estamos llamados a conocerla y hacer de ella un motivo de veneración porque es la pasión mas grande vivida por un hombre que salvó a todos los hombres.

Ciao.

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