viernes, 23 de septiembre de 2016

La espiritualidad



Seguro que conoces a más de una persona de la que puedes decir que “tiene por dentro algo especial”, que “vive como con una fuerza interior” o que “transmite un algo distinto”. 
Son personas que atraen por lo que hacen y que nos cuestionan por cómo son.
A veces nos seducen, otras nos hacen vibrar. Pero casi siempre invitan a que nos preguntemos por qué viven así. Pues bien, podemos decir que ese “algo” que les late dentro es su espiritualidad. Y hay muchas. De hecho, cada uno tenemos la nuestra.
Hay una espiritualidad tramposa y enfermiza. Es la “espiritualidad del bienestar”.
Con ella todo gira a mi alrededor para que yo me sienta cómodo, tranquilo –¡anestesiado!–, seguro y con una enorme paz. Y así, al final vivo encerrado –quizás en nombre de Dios–, no sea que alguien me venga a molestar.
Hay otra espiritualidad que tiene mucho más que ver con la de Ignacio. Es la “espiritualidad del ayudar”. Esa fuerza que brota de “contemplar a Cristo nuestro Señor” (Ejercicios Espirituales, 47) y que nos dispone a aceptar una vida en ocasiones accidentada, herida y deshilachada en el trabajo por nuestros hermanos.
Porque al mirar a Jesús escuchamos hoy también su voz que nos dice: “Quien quisiere venir conmigo […] ha de trabajar conmigo en el día y vigilar en la noche” (Ejercicios Epirituales, 93).

Y bien, ¿Cuál es tu espiritualidad?

Espiritualidad Ignaciana

Ciao.

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