martes, 1 de noviembre de 2016

Rogar a Dios por los vivos y los difuntos



 Rogar a Dios por los vivos y los difuntos...

¿Rogar por nosotros? ¿Por ellos? ¡Qué podemos pedir para nosotros, los vivos, que no se nos esté dando…! ¡Qué para ellos, los difuntos, que no estén ya gozando con Él!

Rogar, pedir,… Expresamos lo que deseamos con todas nuestras fuerzas.  Lo que nos gustaría que pasara de manera más mágica o milagrosa, o con algo o mucho de nuestra implicación. No sabemos si hace falta o no esto de rogar los unos por los otros y por los difuntos. No sabemos si por pedirlo pasara con más probabilidad que si no lo pedimos. Lo que sí sabemos es que escuchar nuestros deseos más profundos en relación a nuestros hermanos y hermanas, ponerlos en palabras y dejarlos delante de Dios es un ejercicio que merece la pena hacer y puede darnos lo necesario para afrontar la vida y el paso de tantos a la “otra vida”.

¿Qué deseamos para los vivos? Que seamos felices, que tengamos salud, que encontremos trabajo, que no nos metamos en líos, que cuidemos el planeta para que lo puedan disfrutar muchas otras generaciones de vivos… Pedimos la palabra y el gesto oportunos… Rogamos que sea tu Reino entre nosotros, que se haga tu voluntad, el alimento y el agua de cada día, el perdón, la fuerza ante la tentación y la dificultad… Paz, respeto, amor, consuelo, alegría, esperanza, amor,… ¿No deseamos acaso lo mismo para ellos, los difuntos?

Cuando los difuntos se hacen presentes en nuestra oración pedimos por ellos y a la vez por nosotros. Porque expresamos que los echamos de menos, que querríamos recuperarlos y tenerlos como antes, que en algún sitio estarán y volveremos a encontrarnos. Imaginamos que nos miran, que saben de nuestras vidas, que están pendientes de lo que nos pasa, que sufren nuestras desdichas y se alegran con nuestros logros. Imaginamos que reciben a los que van llegando y les dan la bienvenida, y los acompañan y les explican cómo funcionan las cosas allí. Quizá fue ley de vida, o injusto, o temprano, o violento,… El caso es que la vida ya no es lo mismo ni lo será, ni falta que hace, ni queramos pretenderlo. Pedimos para ellos el abrazo misericordioso y largo de Dios. ¡Y para nosotros también!

¿No será que la vida plena para los vivos es la vida eterna de los difuntos?

¿No será que la vida eterna de los difuntos podemos anticiparla en la vida plena estando vivos?

Roguemos al Señor…

http://www.pastoralsj.org/

Ciao.



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