sábado, 17 de diciembre de 2016

Dios llega a nosotros sin hacer ruido



Dios llega a nuestras vidas de forma impertinente. Rompe con nuestros moldes, esquemas y estructuras. No anuncia su llegada ni señala el tiempo o el lugar.
Tampoco sus modos son previsibles: Viene revestido de pobreza y golpea en la noche con suaves golpes. No deslumbra en el Templo ni en el Palacio, sino que se muestra débil, vulnerable, indefenso… Niño nacido en un pesebre.
Sí… Dios llega a nuestras vidas de forma impertinente. Y solemos tener nuestra casa tan armada que no tenemos lugar para Él.
Le cerramos la puerta y, en el mejor de los casos, le indicamos dónde sí necesitan de su presencia: Aquéllos pesebres donde nadie quiere entrar.
Y Dios, obediente, irá a esos pesebres. En los dolores del mundo y de nuestra existencia habrá de nacer. Y traerá gente, pastores o magos de oriente, para llenar nuestros vacíos y silencios. Dios, el impertinente, quiere nacer.

Espiritualidad Ignaciana

Ciao.

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