“Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse”.
Daniel 1:8Estamos rodeados de un mundo que cada día quiere consumirte más y mas, haciéndote participe de sus corrientes y haciéndote creer hasta cierto punto que lo que haces es normal, porque todo mundo lo hace.
En la Palabra del Señor vemos como Jesús menciona que debemos ser la Sal de la Tierra, la Luz del mundo, en pocas palabras: SER LA DIFERENCIA.
Vemos la vida de nuestro Señor Jesucristo y podemos analizar como su vida es completamente diferente a lo que el mundo estaba acostumbrado. El vino a darnos un modelo de vida, ese modelo que ahora nosotros como cristianos (seguidores o imitadores de Jesús) debemos llevar a la práctica.
Y es que el enemigo es muy astuto, no por nada la Biblia se refiere a el como la serpiente antigua, el tratara de confundirte haciéndote creer que haciendo todo lo que el mundo hace no pasara nada, es ahí donde la Iglesia de hoy esta cayendo en el error de ver las cosas del mundo como algo normal que la lleva a participar de cosas que siendo sincero y analítico nos pudiéramos dar cuenta que no tendría que participar.
Dios nos ha llamado para ser diferentes, para mostrar al mundo que se puede vivir una vida santa que no esté mezclada con lo profano, a demostrar que ya no somos los mismos de antes y que hemos propuesto en nuestro corazón no contaminarnos con las mentiras del enemigo.
Dante Gebel en uno de sus libros dice una frase que me gusta mucho, te la voy a parafrasear: “Nosotros vemos las verdades de Dios como si fueran mentiras y las mentiras del enemigo como que si fueran verdad”. Y es que hoy en día es fácil creer que cierto pecado no lo es porque todo mundo lo hace, creer que andar en lugares que no son los de un hijo de Dios no es malo, porque todos van allí, creer que mi vocabulario es normal porque se parece al de todo mundo, aun cuando las personas no diferencian tu vocabulario de entre una persona sin Cristo en su corazón y una persona convertida.
¡Por Dios que estamos haciendo!, si bien es cierto que debemos ir al mundo para ganarnos a los demás para Dios, no significa que el mundo nos gane a nosotros y nos convierta en uno más de ellos.
Dios le dice a Jeremías en el capítulo 15 versículo 19b lo siguiente: “Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos”. Y es que es una pena que cada día nosotros nos convirtamos en ellos y que ellos no se quieran convertir a nosotros.
Es hora que despertemos y nos demos cuenta que hemos sido llamados para SER DIFERENTES, hemos sido llamados para testificar al mundo que Cristo puede transformar las vidas de aquellos que lo buscan de corazón, es necesario que nos levantemos y mostremos con nuestras actitudes, con nuestra forma de hablar y dirigirnos en la vida que somos Cristianos Nacidos de Nuevo.
Daniel propuso en su corazón no contaminarse, ¿Ya propusiste en tu corazón hacer la diferencia en un mundo indiferente? Pidámosle al Señor que ponga en nuestro corazón un deseo y una determinación de vivir cada día de nuestra existencia recordando que hemos sido llamados a hacer la diferencia.
¡Vamos!, ¡Demostremos al mundo que Cristo ha cambiado nuestra vida!
Autor: Enrique Monterroza
Ciao.
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