viernes, 24 de febrero de 2017
Querido odio
Querido Odio, ¿Cómo estás? Últimamente se te ha visto muy bien.
Pareciera que los gritos, insultos, golpes, amenazas, humillaciones, vejaciones, discriminaciones, maltratos, burlas, asesinatos, robos, secuestros, linchamientos y pare de contar son tus expresiones favoritas en estos días.
Las puedo ver, oír y sentir cada día en cualquier parte donde voy. No hay lugar en mi bello país donde no hagas acto de presencia, no hay medio de comunicación que no te reseñe, no hay persona que no te sienta latente, atento, vigilante.
Muchos han muerto por ti, pero los recuerdo acongojado.
Muchos se aprovechan de ti para pasar por encima de otros, pero eso no será eterno.
Muchos se han marchado de aquí para alejarse de ti, pero inexorablemente te llevan en su maleta, mente y corazón.
Muchos han intentado luchar contra ti, han querido aniquilarte y doblegarte pero sin ningún éxito. Quizá es porque han tratado de usar tus mismas armas y tus mismas expresiones. Craso error, pareciera que solo ha sido cómo intentar apagar el fuego con gasolina.
¡No los juzgo! ¡La verdad es que sacas de quicio! Y cualquiera puede perder el juicio y hacer cosas estúpidas teniendo buenas intensiones.
Te cuento que A. Einstein dijo que no podemos resolver un problema empleando el mismo nivel de pensamiento que usamos cuando lo creamos y me dije, aquí está la solución.
Recordé mis días cuando cursaba psicología en cuarto año de bachillerato y entonces comencé a hacerte terapia.
Tú que eres tan fuerte, devastador y extremista creo que es porque cuando tú eras niño alguien te hizo un inmenso daño y tu cuerpo, mente y corazón están resentidos y tienen la convicción de que alguien debe pagar por eso que te hicieron, en el fondo no te juzgo, solo me doy cuenta que te hace falta algo que te haga curar esa herida, te hace falta una mano amiga, un abrazo fraterno, en fin ¡te hago falta yo!
Porque Tú, amigo mío dejas de existir cuando llego YO, tú tropiezas y tartamudeas cuando te miro con compasión, tú bajas la mirada y encoges los hombros cuando toco tus manos, te abrazo y te murmullo al oído que eres hermoso, que eres bello, que eres valioso, ¡que puedes ser mejor de lo que eres!
Porque solo YO debo y puedo cubrirte con mi manto para darle calor a tu frío corazón, para darle sosiego a tu mente, descanso a tu cuerpo y hacerte sanar tu herida.
Cuando estamos juntos tú y yo, solo yo prevalezco, solo yo brillo, solo yo existo.
No significa que mi presencia te destruya, ¡NO! Mi presencia lo que hace es transformarte para volverte alguien mejor de lo que ya eres.
Hermoso y dichoso Odio, te escribo esta carta porque mis brazos, mi manto y mi corazón están aquí para ti.
Para reconfortarte, fortalecerte y darte nuevas alas que te harán levantar el vuelo hacia lo que siempre has querido ser pero no sabes cómo.
Estoy aquí para ti porque es lo único que sé hacer, soy ese alimento que le dará nuevos bríos a tu presente y solo conmigo volverás a encontrarte con ese pequeño y sufrido niño que eras, para verlo a los ojos con lagrimas de alegría y decirle te perdono, ya mas nunca nos volveremos a separar.
Solo yo puedo hacer que ese gran peso que llevas en tu espalda desaparezca, siempre he estado aquí pero solo ahora siento que he despertado de éste gran estado catatónico en el que me encontraba.
Siempre tuyo
EL AMOR.
Luis E. Dávila J.
Ciao.
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