martes, 25 de abril de 2017

Aprender a vivir


Cada día estamos llamados a aprender a vivir entre dos polos que San Ignacio conocía muy bien, por propia experiencia.
Por un lado está la tentación de crearnos una imagen, sin querer admitir que puede que no seamos tan perfectos como pensábamos.
Ignacio vivió mucho tiempo así,«dado a las vanidades del mundo» hasta que descubrió que esta vida lo dejaba seco, infecundo y, en lo profundo, triste.
Pero también cayó en el otro extremo y pasó a una imagen demasiado negativa de sí mismo, donde todo era escrúpulo y agobio por falta de espacio en el que la relación con Dios pudiese abrirse a los demás.
Cuando los Ejercicios Espirituales nos proponen «ofrecer toda la persona al trabajo» por el Reino [189], nos invitan a hacerlo poniendo todo lo que somos: En una llamada a desenmascararnos.
La tarea no es fácil porque supone ir a contracorriente y enfrentarnos con lo que nos inquieta y no nos gusta de nosotros mismos. Pero la propuesta para conocerme siempre permanece, ya que de otro modo no podré conocer a Jesús, que se ha hecho hombre como yo, por mí.

Espiritualidad Ignaciana

Ciao.

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