sábado, 16 de septiembre de 2017

Contemplar las flores



Miramos las flores embelesados, embargados por la explosión de color que traen a los campos, a los jardines.
Las regalamos en momentos importantes, disfrutamos con su olor, decoran con gusto ese lugar de nuestra casa.
Nos sirven para decirle a ese alguien especial que, efectivamente, es especial.
Pero a veces se nos puede pasar inadvertido el que las flores también cuestan trabajo.
Incluso las flores silvestres tienen su carga de tarea.
¡Que se lo digan a las abejas! Si entramos en un jardín florecido, habría que pensar en ese alguien que preparó el terreno, que aró, abonó, sembró… Y está el trabajo más importante de todos: El de la espera paciente. El jardinero no puede tirar de los brotes para que crezcan; ha de esperar, regar con paciencia y mesura, sin apresurar las cosas.
Esperando, paciente, nos alcanza ese regalo de la naturaleza que son las flores.

Espiritualidad Ignaciana

Ciao.


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