jueves, 12 de octubre de 2017
Como el loto
La vida y el futuro de la especie humana dependen cada vez más de los cerebros y bolsillos que conducen la economía y la política mundial, esos mismos que son los sepultureros del planeta y de sus habitantes... Ante ello, mucha incredulidad, mucha impotencia, pocas explosiones de indignación y cólera. Pero ¿Por qué no una humilde palabra de aliento también?
No se cuentan las mentes lúcidas y proféticas que sueñan con una tierra de justicia, de bondad y de belleza y que se empecinan en verla, no como una utopía, sino como una realidad ya en marcha.
Como ven que sale del barro la flor de loto deslumbrante de pureza, así vislumbran entre lágrimas y sangre, y más allá de todos los desengaños, un mundo en el cual nunca más se oirá decir que exista algún humano que no se sienta como en casa en su propia tierra.
Ese mundo existe ya con toda seguridad, como la primavera que se despereza sin ruido bajo una tierra que aún tiembla de frío. O como el niñito que patalea (acaso de alegría) mientras se va aproximando la hora de salir del vientre de la madre.
La humanidad está preñada de ese mundo que está por venir.
Seguro que va a nacer como nacen las flores de loto en el barro, como nacen los niños entre gritos de dolor, o como nace la primavera cuando sopla la briza tibia del invierno moribundo.
De esa certeza arranca la esperanza y las ganas de contribuir a brazo partido a ese grandioso parto.
Un loto crece raramente solo. ¡Somos muchos!
Eloy Roy
Ciao.
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