martes, 3 de octubre de 2017

El silencio delante de Dios


Entrar en el silencio delante de Dios suscita una serie de preguntas, preocupaciones, miedos: ¿Por qué tengo que apartarme de todos?, ¿Me aburriré demasiado?, ¿Qué tendrá que decirme Dios?, ¿Escucharé su voz?, ¿Me pedirá algo que implicará renuncias significativas en mi vida?
No temas enfrentarte al silencio. No dejes que estos miedos te paralicen o que las preguntas te priven del encuentro sagrado. Como dice San Ignacio en el libro de los Ejercicios Espirituales, "cuando nuestra alma se halla sola y apartada, se hace más apta para acercase y llegar a nuestro Señor y se dispone para recibir las gracias y dones que se nos ofrecen"[20].
En una palabra: Dios no llama para pedir, llama para regalar sus gracias y dones, para plenificar y dar sentido a la vida. No llama para cercenar al hombre, sino para sanar viejas heridas. Dios llama para, en el encuentro, poder regalar su consuelo.

Espiritualidad Ignaciana
Ciao.

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